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La adrenalina: la hormona de la activación

Agencia | 25/09/2017 | 12:54

Todos hemos oído hablar de la adrenalina o epinefrina.

La relacionamos, sin duda, con la activación, con la motivación y con esa energía que necesitamos en nuestro día a día para sentirnos bien y asumir con éxito cada objetivo, cada tarea.

Esta hormona que cumple también la función de neurotransmisor puede ser nuestra mejor aliada.

Ahora bien, resulta interesante saber que, al mismo tiempo, puede ser esa sustancia adversa que da forma al estrés crónico, a nuestras cefaleas y la ansiedad.

Hoy en nuestro espacio te proponemos saber más cosas sobre la adrenalina, esa sustancia polivalente e indispensable para nuestro organismo y comportamiento.

¿Qué es la adrenalina?
La adrenalina es, como ya hemos dicho, una hormona que también cumple la función de neurotransmisor y que se produce en las glándulas suprarrenales y en algunas áreas de nuestro sistema nervioso central.

Podríamos definirla como un mediador químico que trabaja cambiando la actividad de varios de nuestros órganos como, por ejemplo, el corazón.

La principal finalidad de esta hormona es prepararnos para la huida o la lucha cuando nuestro cerebro interpreta que determinado estímulo puede ser una amenaza para nosotros.
Asimismo, lo que consigue también es que podamos dar el máximo de nosotros mismos: potencia todos nuestros recursos físicos para alcanzar un objetivo, ya sea para escapar de él o para afrontarlo.
Esta activación la consigue de muy diversas formas: aumenta la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la capacidad de nuestros pulmones para retener aire, dilatando nuestras pupilas y llevando mayor concentración de sangre a los músculos de los brazos y las piernas.
Por otro lado, uno de los efectos más conocidos de la adrenalina es, sin duda, su impacto sobre nuestro metabolismo: maximiza nuestros niveles de glucosa para poder llevárselos al cerebro.

Curioso es también lo que la adrenalina puede hacer en nuestro sistema digestivo cuando el cerebro interpreta que hay un peligro.

Ralentiza las digestiones e incluso el movimiento intestinal por una razón muy concreta: toda nuestra energía debe concentrarse en los músculos.

Así pues, se dejan en un segundo plano tareas tan esenciales como la digestión o la absorción de nutrientes, puesto que estas tareas, no podemos olvidarlo, requieren muchísimo gasto energético.

¿Cómo se controla la liberación de la adrenalina?

Cuando ante nosotros aparece un riesgo, cuando experimentamos miedo, una emoción intensa o ansiedad, los nervios conectados a las glándulas suprarrenales estimulan la secreción de adrenalina para liberarla en nuestro torrente sanguíneo.

Ahora bien, cabe decir que la cantidad de adrenalina que se libera es la justa para que experimentemos su efecto a lo largo de 3 o 5 minutos.

Este intervalo es el suficiente para poder reaccionar sin que nuestros órganos se vean muy afectados.

Sin embargo, el mayor problema que existe con la adrenalina es que, cuando experimentamos estrés durante mucho tiempo, la hormona del cortisol también favorece la aparición de adrenalina.

En estos casos, su presencia en nuestro cuerpo no se limita a 3 o 5 minutos. En ocasiones puede durar días o semanas hasta alterar de forma seria nuestra salud: aparecen taquicardias, mareos, malas digestiones, cefaleas…
La adrenalina: efectos positivos y efectos negativos

La adrenalina
El ser humano no mantendría su auténtica esencia sin esta hormona fabulosa. Puede que, ante todo lo explicado hasta el momento, nos hayamos formado una imagen algo negativa de ella.

Sin embargo, es necesario entender toda la trascendencia que esta sustancia tiene en nuestro día a día e incluso en nuestro estilo de personalidad.

Todos hemos experimentado esos agradables “subidones” cuando hacemos deporte, cuando bailamos, cuando subimos a una atracción de feria, cuando nos enamoramos…

Todas estas sensaciones conforman lo que los neurólogos llaman a veces “nuestra droga cerebral”.
De hecho,  hay personas que sienten auténtica adicción a este tipo de situaciones donde la adrenalina se dispara al máximo, como pueden ser, por ejemplo, los deportes de riesgo.
Asimismo, es interesante saber que la adrenalina nos puede mantener alejados de la depresión, puesto que media también en la producción de serotonina, la hormona del bienestar mental.
Practicar actividades como determinados deportes o compartir buenos instantes con los nuestros son formas sensacionales de producir la liberación de adrenalina.

Los excesos de adrenalina y sus consecuencias

La preocupación excesiva, el miedo constante, la ansiedad persistente e incluso el tener que hacer esfuerzos físicos a lo largo de muchas horas trae como consecuencia una liberación excesiva de adrenalina.

Cabe decir que nuestro estilo de vida caracterizado por las altas presiones, nuestras obligaciones o ese estrés que apenas nos abandona genera precisamente esta situación “anormal” en nuestro organismo, es decir, demasiada adrenalina en sangre.

Lo notaremos de inmediato a través de estos síntomas:

    Dolor muscular
    Tensión en el cuello, brazos o piernas
    Mareos
    Visión borrosa o presión en los ojos
    Dolor de cabeza
    Dificultades para dormir
    Dolor de estómago
    Hipertensión
    Cansancio persistente

Para concluir, la clave del bienestar estaría sobre todo en mantener un equilibrio sutil y perfecto con esta hormona.