Con poder de fuego, abundancia de dinero, capacidad para comprar favores y silenciar enemigos y fama de benefactores sociales, los Lorenzana —una temida familia guatemalteca que hace varios años se alió a cárteles mexicanos del narcotráfico como “operador logístico” entre México y Colombia— infiltraron aparatos policiales y militares, y jugaron en la política partidista de Guatemala.
Tras emerger como empresarios agrícolas, ganaderos, transportistas y constructores, y convertirse en uno de los principales clanes familiares del contrabando de drogas del oriente guatemalteco, los Lorenzana ahora son uno de los más importantes blancos de la DEA, agencia antidroga de Estados Unidos, en Guatemala, confirmaron fuentes oficiales.
“Los Lorenzana trabajan con mexicanos y contribuyeron a introducir a EU gran cantidad de cocaína”, dijo Leonel Ruiz, fiscal de Narcoactividad en el oriente de Guatemala.
“Se encargan de suministrar logística” para transportar droga de Colombia a Guatemala, almacenarla e introducirla a México, declaró Ruiz a este diario.
“Se cree que están ligados al cártel de Otto Herrera”, narcotraficante guatemalteco extraditado a Estados Unidos, agregó. Ruiz evitó señalar a cuál cártel mexicano están relacionados los Lorenzana, conocidos como cártel de Zacapa.
Valiosa filtración
Luego de que escaparon de una cacería aérea y terrestre lanzada el 21 de julio pasado por decenas de agentes de la DEA con apoyo de fuerzas policiales, militares y judiciales guatemaltecas en La Reforma, aldea del oriente de Guatemala, para capturar a seis piezas del cártel de los Lorenzana y extraditarlos a Estados Unidos, una duda atormenta a las autoridades de ambos países: ¿de dónde se fugó la información que les permitió huir?
“Ahora tienen hasta protección de los vecinos”, admitió Dónald González, vocero de la Policía de Guatemala. “Tienen muchos años de estar metidos (en narcotráfico). Pero hasta ahora se oficializa por parte de las autoridades estadounidenses” una petición de captura para extradición, declaró el portavoz a EL UNIVERSAL.
Durante una hora, agentes de la DEA y policías, soldados y fiscales de Guatemala se enfrentaron a balazos con vigilantes y otros integrantes del cártel en una finca de La Reforma, donde se sospechaba que estaban escondidos cuatro Lorenzana: el padre, Waldemar Lorenzana Lima, sus hijos Waldemar, Haroldo y Eliú Lorenzana Corzo, así como otros dos asociados: Carlos Alvarenga y Gonzalo López Cabrera.
La gente los quiere
Ninguno estaba en el sitio. Tras el operativo, un millar de pobladores de La Reforma, armados con palos y machetes, bloquearon la aldea para proteger a los Lorenzana e impidieron el ingreso de los cuerpos
de seguridad.
En un país con más de la mitad de sus 13.5 millones de habitantes hundidos en la miseria, los Lorenzana son un símbolo de ayuda humanitaria o de protección social para aldeanos de La Reforma: construyeron centros de salud de atención gratuita, obsequian juguetes a los niños, regalan granos básicos y organizan fiestas.
La familia “hace labor social para tener contentos a sus vecinos y que nadie los delate ni se meta en el negocio de la droga”, reveló Prensa Libre, el principal diario de Guatemala. Por eso, hay filtración e infiltración.
“El narcotráfico, con facilidad, puede financiar una campaña electoral para presidente, diputados o autoridades municipales”, recordó Carmen Ibarra, directora de la Fundación
Myrna Mack, organización no gubernamental guatemalteca.
Consultada por este diario, Ibarra aseguró que el narcotráfico “también puede comprar, asesorar y dirigir partidos políticos, así como hacer toda clase de actividades, públicas o no, a través del sistema de partidos políticos”.