El libro Pasos Sonideros de Jesús Cruzvillegas rescata sus aportes y valor cultural en la sociedad mexicana.
Los aportes de los llamados sonideros a la historia y tradición popular en las colonias y barrios de la Ciudad de México fueron reunidos en el libro “Pasos sonideros”, escrito por Jesús Cruzvillegas, y el cual será presentado este jueves en la Biblioteca Vasconcelos, de la colonia Buenavista.
El libro, coeditado por la Dirección General de Publicaciones de la Secretaría de Cultura federal y Proyecto Literal, compila testimonios en primera persona, entrevistas breves que abordan los aportes de los sonideros a la historia y tradición popular en la Ciudad de México, e incluye fotografías de Juan Carlos Ruiz Vargas.
Se trata de un trabajo en el cual el autor profundiza en el desconocimiento de esta expresión y, en consecuencia, la falta de ejercicio de los derechos culturales entre aquellos individuos o grupos que han contribuido a la creación y forman parte de la identidad cultural urbana.
Aunque se ha reconocido el valor cultural y tradicional de los sonideros como parte importante de las identidades barriales en diferentes puntos de la Ciudad de México, esta manifestación se encuentra hoy en peligro, a causa de la privatización de los espacios públicos, de acuerdo a las reflexiones vertidas en el libro.
El término sonidero responde a la creación y ejercicio de una identidad cultural urbana, que tiene que ver no sólo con la cuestión de ser propietario de un sonido o poner música.
“Un sonidero es un DJ o mezclador que ameniza un evento con su voz y presencia. Este fenómeno no es exclusivo de México, pues alrededor del mundo la gente se expresa en bailes callejeros, en movimientos similares, cada cual con sus diferencias, como los 'sound system' en Jamaica, surgidos en los años 50 o la tecno-brega en Brasil, más asociada a la música electrónica”, explica Cruzvillegas.
Una de las primeras definiciones del sonidero se gestó entre los años 1970 y 1980, pues comenzó a diferenciarse de las agrupaciones o personas que tocaban música disco o "high energy".
“El sonidero toca música tropical, principalmente cumbia y salsa; de ahí se creó la distinción entre un sonidero y una disco-móvil, esta última funcionaba, sobre todo, como la simulación de una discoteque en la calle”, asegura el también activista de los derechos humanos.
Agregó que hay barrios y delegaciones en la Ciudad de México, donde, no puede realizarse un baile de este tipo sin autorización del gobierno local.
Si bailes los sonideros dejarán de existir como tales, se extinguirá una tradición valiosa que se remonta a la década de 1950 en barrios como Tepito, Lagunilla y el Peñón de los Baños, e incluso otros barrios que históricamente no se consideran sonideros, como es el caso de La Candelaria, en Coyoacán, o en otras ciudades como Puebla, Guadalajara y Monterrey, que cuentan con su propia tradición e historia.
Al escuchar la música en un baile sonidero, explica Cruzvillegas, uno nota que el sonido y los tiempos se modifican, el volumen se reduce y aumenta constantemente, haciendo las canciones más largas o cortas a voluntad del DJ, quien las transforma según las circunstancias.
“Muchas de las canciones popularizadas por los sonideros en las décadas de 1970 y 1980 no se conocen en su forma original, sino en su versión sonidera. Para bien o para mal, ésta es una de las aportaciones de la cultura sonidera”, apunta.