El embajador de México ante el Vaticano en el sexenio foxista, Luis Felipe Bravo Mena, considera que de entonces a la fecha ha ocurrido un cambio muy positivo en las relaciones Iglesia-Estado y en la cultura política frente al fenómeno religioso.
"Ha sido un largo proceso que se ha ido dando con prudencia, con mucho tiento. Pero que nos ha permitido movernos de un laicismo jacobino persecutorio e intolerante, a un laicismo positivo que reconoce el hecho religioso como un hecho que contribuye a la vida social”, explica el también ex dirigente del PAN.
"Lo que antes se veía muy mal y era criticable, ahora se ve con cierta normalidad”, señala en referencia a la participación que tendrán gobernantes y políticos en los encuentros con el papa Francisco.
"Nos vamos moviendo en esa línea, como corresponde a un país moderno. Porque en esta materia México estaba muy atrasado. Hasta que en la década de los 90 que dimos los pasos de modernización”, enfatiza.
El actual responsable de la Comisión Anticorrupción en Acción Nacional cuenta que durante su estancia en Roma convivió con embajadores cuyos países tenían 400 años de relaciones diplomáticas. “Y nosotros apenas íbamos a cumplir 15 años”.
Destaca que si bien la relación con el Vaticano es reciente (inicia en 1992 con la primera ronda de las reformas estructurales), ha dado frutos positivos. Enfatiza que el aprecio mutuo data de muchos años en el marco de un trato informal, irregular, que algunos llamaban oculto.