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El santuario japonés de los no nacidos

Agencia | 12/01/2016 | 14:07

En el templo budista de Hase-dera, en el pueblo costero de Kamakura, se esconde un ejército de más de 50 mil estatuas de Jizo, el patrón nipón de los viajeros y de los niños. A él acuden anualmente miles de mujeres, tras perder a sus hijos antes de que nacieran, a colocar las estatuillas y rezan para brindarles protección mientras vagan por el inframundo.

Jizo se cree que es una deidad guardiana de los niños, tanto vivos como muertos, incluyendo a los bebés nacidos muertos y aquellos fetos que han sido abortados. Los turistas que quieran rezar por sus hijos perdidos tienen permitido echar un pequeño cuenco de agua sagrada por encima de la cabeza de las estatuillas.

Las guías turísticas señalan a Kamakura como uno de los lugares imprescindibles para entender la grandeza de los templos budistas. Hase-dera también acoge una imagen de nueve metros de altura de un Buda Kannon con 11 caras y elaborado en madera tallada. Por lo visto, el templo data del año 711, y según una leyenda, la corriente arrastró la estatua hasta la playa.

En el templo se acumula una montaña de juguetes y golosinas que los padres traen a sus niños perdidos, así como accesorios para los Jizo. Hase-dera es el lugar más sagrado de Kamamura, pueblo costero que está sólo a cuarenta minutos de Tokio y que simboliza la paz.