Agarra Reforma y vete por el Centro
En la anterior colaboración, hablamos acerca de autos y retrovisores; en esta ocasión, me parece que podemos hablar sobre algunas calles en las cuales circulamos en nuestros carros, en el transporte público, a veces las caminamos y muchas veces solo nos quedamos estacionados en ellas. De hecho, como hace mucho no sucedía, me llamó la atención un promocional del Congreso de la Unión, que se basa precisamente en un recorrido por diversas calles, (ese que empieza con Independencia y termina con Soberanía Nacional).
En ese tenor, me gustaría hablar de Reforma; esta avenida, que antes era conocida como La Corriente, se originó como un drenaje pluvial que captaba los excedentes de agua de la sierra, para evitar en lo posible las inundaciones del centro de la ciudad. Como siempre sucede, en algún momento, para cumplir con la iconografía políticamente correcta, este cauce cambió de nombre (aparte de que se entubó) y pasó a llamarse Reforma.
Y entonces, toda vez que la costumbre genera ignorancia u olvido, en el caso de La Reforma, mucha, muchísima gente olvida que fue el movimiento socio político que transformó al país a mediados del siglo XIX y le dio una estructura legal que, para bien o para mal, ha mantenido hasta la fecha. Fue un parto doloroso de la nación que había sido concebida en 1821, con el fin de la Independencia (otra calle, por cierto); o sea, 40 años de vuelcos y cambios para finalmente constituir a México como nación (ahorita no estamos metiendo lo otros 5 años de la Intervención Francesa, que, extrañamente, no solo mantuvo, sino que trató de fortalecer gran parte del marco legal liberal que había sido proclamado por la Constitución de 1857).
Todo esto viene a colación, porque, además de ser una avenida que corre medio caprichosamente (era un cauce pluvial, no lo olvidemos) de sur a norte en San Luis Potosí, de oriente a poniente en la Ciudad de México y que probablemente existe alguna calle con ese nombre en casi todas las poblaciones de México, la Reforma significa también una transformación profunda... y ahora URGE una en el sistema político mexicano.
El sistema de partidos (ese no es nombre de calle) está dando lo último de si. Tenemos también una autoridad electoral (en esta analogía quizá podría ser el agente de tránsito... de repente con mañas muy similares, por cierto) que ha perdido su prestigio, su autonomía y hasta su buen nombre, por no saber, no querer o no poder prender el semáforo a tiempo y con la luz adecuada y por no tener idea de como infraccionar a conductores abusivos y que se pitorrean de ellos un día sí y el otro también. Y tenemos conductores que dicen que van por Reforma, pero en realidad buscan las laterales para salirse lo más rápido posible y tomar atajos para llegar al Jardín Hidalgo, valiéndoles un comino a quien atropellan en los tramos peatonales, total, si los detienen, dan la "mordida" necesaria o se burlan del gendarme, mientras le chiflan a y le mientan la madre a los demás conductores. Suelen, para más señas, tripular camionetas rojas, autos muy contaminantes en color verde y combis 'turquesa'.
La partidocracia ha torcido su rumbo y ha chocado varias veces. Y ahora, el peatón no quiere subirse a los vehículos que tripulan los institutos políticos, no le terminan de gustar las calles que escogen los conductores para llegar a su destino y cada vez más, resiente que le cobren por subirse a un carro que, aparte, el colaboró para comprar. Ese ciudadano-peatón, busca opciones e incluso, quiere tomar parte de las decisiones de manera activa, quiere dejar de ser peatón y conducir. Obviamente, también quiere la ruta más directa y le choca perder el tiempo metiéndose a calles cerradas, a privadas o de repente ver a lo lejos "casas blancas" en las que no puede siquiera soñar con vivir.
Quiere calles lógicas, ordenadas, limpias en las cuales transitar. Y no le importa que tengan nombres rimbombantes como 'Congreso de la Unión' o 'Artículo 123', 'Municipio Libre'. Quizá preferiría nombres como 'Honestidad', 'Eficiencia', 'Eficacia' o 'Ciudadanización'. El caso es que quiere subir a su propio auto, circular con la demás gente que el conoce, con la que se identifica y en la que siente que puede confiar. Y ahorita, siente prisa por rebasar esos vehículos viejos y destartalados (lujosos, sí, pero mal cuidados, con golpes en todas partes y de tecnología obsoleta) que contaminan, consumen grandes cantidades de combustible y tiran aceite.
Vale decir, sin embargo, que de esos vehículos en ocasiones sale un buen conductor (o una buena conductora), que intenta reparar en lo posible el motor y lo maneja con una idea diferente a la de los demás. Si esa persona logra percibir que la única manera, a la larga, de que todos podamos llegar con bien al destino que buscamos es subirse a Reforma y dirigirse al Centro, llevando y respetando al ciudadano; o incluso, se sube al vehículo de él y le permite manejar, puede que recupere la confianza de la gente y se puedan transformar esas avenidas, con la aspiración de verlas limpias, ordenadas, atractivas, pero sobre todo, que sean los caminos que garanticen el bienestar de los mexicanos y los potosinos.
Ya sin analogías y comparaciones, la tarea más urgente e inmediata que los partidos, los legisladores, los actores políticos, pero sobre todo, los propios ciudadanos tenemos, es reformar de fondo el sistema. No pueden ser parches. La ciudadanización de lo electoral, de la política y del gobierno, son prioridades, porque al desvincular a la persona común y corriente de la política y de las decisiones de gobierno, junto con el deterioro de la economía de manera tan brutal como está sucediendo, el ciudadano comienza a sentirse hostil y arrinconado y entonces las opciones que comienza a vislumbrar, no siempre son las más pacíficas o incluso adecuadas. Creo que aun podemos reformar a las instituciones de una manera viable... pero no nos queda mucho tiempo y la paciencia se acorta.
Ah, por cierto, ¿mencioné que La Reforma (el conflicto, no la calle) se dio a través de una guerra que duró poco más de tres años, destrozó y agotó al país y lo dejó listo para la intervención extranjera?