El Palacio de la Inquisición, que abrió sus puertas en Cartagena en septiembre de 1610, como sede carcelaria y de tortura del Tribunal de Penas del Santo Oficio, es hoy una verdadera reliquia de la arquitectura colonial del siglo XVIII.
Cartagena, Patrimonio de la Humanidad, conserva entre sus murallas el Palacio de la Inquisición, con sus elementos de tortura utilizados por la Santa Inquisición, en donde eran juzgados delitos contra la fe cristiana y donde nunca se reconoció a un inocente.
En 1610, cuando es instaurada la Inquisición, aquí funcionó el Tribunal del Santo Oficio y aunque esta era la sede, realmente abarcaba todo el Nuevo Reino de Granada, desde Venezuela hasta Nicaragua, Panamá, Santo Domingo y las Islas de Barlovento.
La casa colonial del Palacio de la Inquisición tiene su fachada de estilo barroco con molduras mixtilíneas. Aquí se albergó las cárceles de los condenados a muerte y cámaras de tortura.
El recorrido por esta etapa de la Edad Media es tenebroso, sobre todo al ingresar a la Cámara de Tormentos donde se encuentran algunos instrumentos de martirio que producía la muerte lenta al convicto, hasta arrancarles “la verdad”.
En entre ellos, el “Garrote” que es una silla, elaborada en hierro y madera con un gran tornillo a la altura de la nuca, el cual era introducido poco a poco hasta romper las vértebras cervicales, al tiempo que empujaba el cuello hacia adelante, hasta que al atravesar la tráquea, el condenado moría por asfixia.
El “Peso de las Brujas” es una balanza donde se descubría a las brujas porque se suponía que debían pesar muy poco al entregar su alma al demonio y esto era una condición para poder volar y caminar sobre el agua.
La mujer que entraba por sospecha de brujería y no daba el peso, igual no salía viva, porque cuando era colocada sobre una balanza y pesaba más de cinco kilogramos, se le acusaba de haber embrujado la balanza con el poder del demonio.
La “Garrucha” consistía en colgar al acusado con los brazos atados atrás y un peso en los pies, luego lo levantaban lentamente hasta el techo, después lo dejaban descolgar de manera rápida produciendo un intenso dolor, hasta fracturar los brazos.
El “Potro” era el instrumento más usado desde el siglo XVI hasta el XVIII, y consistía en una cama de madera, donde era amarrado el inculpado de pies y manos y se iba tirando en sentido contrario, hasta que se lograba desmembrar.
El “Aplasta cabeza” consistía en un casco de hierro, el cual se iba atornillando en la cabeza hacia abajo, hasta fracturar el cráneo y al seguir ajustando se salía la masa encefálica. Era un método vil y agonizante.
El “Presiona senos” es una herramienta de hierro con dos punzones de ambos lados, los cuales eran enterrados en las mamas, hasta destrozarlos.
A todos estos utensilios de tortura se unen la “Guillotina”, el “Hacha”, el “Ahorcamiento” público y la “Hoguera”, entre otros.
El Santo Oficio permaneció en Cartagena de Indias hasta 1811 cuando estalló el movimiento independentista y los inquisidores españoles fueron expulsados. Sin embargo, fue realmente erradicado en 1821.
En el Palacio de la Inquisición aloja en su interior al Museo y el Archivo Histórico de Cartagena y es uno de los centros culturales más destacados del Caribe colombiano, que muestra, a la luz de los Derechos Humanos, uno de los episodios más brutales de la época de la Colonia, un espacio de Memoria Histórica para no olvidar este horror de dos siglos.