En la mitología egipcia Apofis o Apep representaba a las fuerzas maléficas que habitaban el inframundo y las tinieblas.
Todo ello tenía sólo una finalidad: romper el orden
cósmico. Apofis era el mal con el que había que luchar para contenerlo; sin
embargo, nunca sería aniquilada, sólo era dañada o sometida, ya que de otro
modo el ciclo solar no podría llevarse a cabo diariamente y el mundo perecería.
Para los antiguos egipcios era necesario que existiese el
concepto del mal para que el bien fuera posible.
En nuestra época, la moderna reencarnación de Apofis acecha
a la Tierra desde el espacio, en la forma de una gigantesca roca, capaz de
provocar una gran destrucción y muerte, si chocará con la Tierra, capaz de
liberar una energía equivalente a más de 40 mil bombas atómicas explotando al
mismo tiempo.
Apofis es un asteroide con una órbita cercana a la de la
Tierra y cuyo tamaño es de aproximadamente de 250 metros. Según los datos de la
NASA, pasará muy cerca de la Tierra en el 2029 y 2036 y una pequeña colisión
con otro asteroide podría desviarlo hacia nuestro planeta, con consecuencias
mortales para la vida en la Tierra y desde luego para nuestra civilización.
Para evitar esta catástrofe, la NASA planea estudiar in
situ el asteroide. En el asteroide, con la ayuda de un sofisticado equipo, una
nave robótica o tal vez un astronauta se encargaría de recoger información
vital para descubrir cómo desviar o destruir esa gran roca. El problema es que
hasta el momento no existe ninguna nave capaz de llevar a un astronauta hasta
el asteroide. Además, destruirlo podría crear una lluvia de asteroides más
pequeños que saldrían disparados como misiles sin desviar mucho su ruta, por
tanto, según los científicos, la mejor opción es desviar su trayectoria actual
hasta ponerlo en una órbita segura para la Tierra.
Debido a la cobertura dada en los medios a este asteroide,
persiste entre un gran numero de personas la idea de que esta destinado a
chocar con la Tierra en un futuro cercano, una especie de nueva maldición de
Apofis.
Por el momento, sin embargo y por fortuna, los astrónomos
saben que sólo rozara a la Tierra el 13 de abril de 2029. Ese día, Apofis
brillará como una estrella de mediano resplandor visible a simple vista. Esta
aproximación será visible desde Europa, África y el oeste de Asia.
Predicciones
¿Estaremos a salvo en el futuro?, por desgracia la
respuesta es ambigua, puesto que sus parámetros orbitales cambiaran una vez que
se acerque a la Tierra ese año.
Es más, nuevos cálculos han aumentado las probabilidades de
impacto para 2029 llegando hasta un 2.7 por ciento (1 entre 37).
Esta relativamente alta probabilidad combinada con la
medida del asteroide hicieron que Apofis recibiese el nivel 4 en la escala de
Turín y 1.10 en la escala de Palermo.
Estos valores son los más altos que ningún asteroide haya
conseguido jamás, en escalas similares a la Richter para medir sismos.
El 27 de diciembre de 2007, Apofis fue encontrado en
imágenes previas a la fecha de descubrimiento, y el cálculo de su órbita pudo
ser afinado, eliminando cualquier posibilidad de colisión para 2029, pero
manteniendo un cierto riesgo para 2036.
La Fundación B612 creada con el propósito expreso de
diseñar estrategias de desvió de asteroides peligrosos para la Tierra, efectuó
estimaciones de la ruta que seguiría Apofis si el impacto de 2036 fuese a
ocurrir, como parte de una iniciativa que está realizando para desarrollar una
estrategia viable para desviar el asteroide con suficiente anticipación.
El resultado es un corredor angosto de unos pocos
kilómetros de ancho, denominado la trayectoria de riesgo, la cual se ubica en
la parte sur de Rusia, cruzaría el Pacífico, pasando a cientos de kilómetros de
las costas de California y México (transitando frente a las costas del
Pacífico, un eventual impacto en el océano provocaría un megatsunami que
barrería con la costa del Pacífico mexicana), y luego proseguiría entre
Nicaragua y Costa Rica, continuando por el Mar Caribe hasta cruzar por las
regiones norteñas de Colombia y Venezuela, finalizando su recorrido en el
Atlántico, poco antes de llegar a África.
Asteroides cercanos
Si bien hasta el momento la maldición de Apofis sobre la
Tierra es poco probable que se cumpla, otros habitantes de las tinieblas
interplanetarias acechan a nuestro planeta, conforme ésta se desplaza alrededor
del Sol, son los asteroides cercanos a la Tierra, asteroides cuyas órbitas son
muy próximas a la terrestre.
Algunas de estas órbitas suponen un peligro de colisión.
Se conoce aproximadamente mil asteroides de este tipo,
cuyas dimensiones alcanzan hasta los 32 kilómetros.
Probablemente existen decenas de miles de asteroides
cercanos de tamaños entre uno y dos mil metros.
Una idea del riesgo que representan nos la da el asteroide
4581 Asclepius.
El 23 de marzo de 1989 el asteroide con un diámetro
aproximado de 300 metros se acerco a la Tierra a 700 mil kilómetros, al pasar a
través de la posición exacta que ésta tenía seis horas antes.
Si el asteroide la hubiese impactado habría provocado la
mayor explosión registrada en la historia reciente terrestre.
Los asteroides con un diámetro de un kilómetro golpean a la
Tierra pocas veces en un intervalo de un millón de años.
Grandes colisiones con objetos de cinco kilómetros de
diámetro ocurren aproximadamente una vez cada 10 millones de años.
En 1908, el evento de Tunguska, equivalente a una explosión
de 20 megatones de TNT, fue causado probablemente por el impacto de un objeto
con un diámetro de 100 metros, los astrónomos creen que impactos similares
ocurren sobre la Tierra cada 100 años.
Colisiones menores, equivalentes a miles de toneladas de
TNT, ocurren algunas veces cada mes. Aunque ha habido algunas falsas alarmas,
un número de asteroides se han postulado definitivamente como amenazas a la
Tierra.
El asteroide 1950 DA se perdió después de su descubrimiento
en 1950, desde entonces pocas observaciones se habían practicado para definir
su órbita, y entonces fue redescubierto el 31 de diciembre del año 2000.
DA puede tener un alto grado de probabilidad de impactar a
la Tierra el 16 de marzo del año 2880, tiene un diámetro aproximado de 1
kilómetro, de producirse tal impacto destruiría a nuestra civilización.
Conjuros celestes
La probabilidad del impacto de un asteroide cercano de un
kilómetro o de mayores dimensiones, lo que sería una catástrofe sin paralelo en
la historia de la humanidad, ha mantenido viva la idea de una red de defensa
conjunto, así como a producir especulaciones sobre cómo desviar objetos que
pudiesen significar una amenaza.
El detonar un dispositivo nuclear explosivo sobre la
superficie de un asteroide podría ser una opción, con la explosión se buscaría
alterar su trayectoria en una especie de propulsión nuclear de pulso.
Sin embargo, han venido incrementándose evidencias de que
algunos asteroides son en realidad conglomerados de rocas sólo unidos entre sí
por una fuerza gravitatoria, por lo que el uso de un detonante nuclear
provocaría que un asteroide se desintegrara en distintas partes sin alterar su
curso.
De alguna forma es mucho peor ser impactado por una nube de
asteroides que por uno solo grande.
Esto ha conducido una variedad de ideas para eliminar la
amenaza, entre las que destacan: utilizar un método de propulsión
electromagnética, con el fin de sacar materia polvorienta disparándola lejos,
para darle un empuje lento y estabilizador.
Colocar una hoja en forma de película reflectora
aluminizada para envolverla alrededor del asteroide, provocando que actúe como
una "vela solar" al usar la presión de la luz solar en la órbita del
objeto.
Cubrir con polvo blanco el objeto para producir el mismo
ajuste utilizando el efecto Yarkovsky (El efecto Yarkovsky se produce debido a
que la superficie de un asteroide en rotación es calentada por la luz del Sol,
y se enfría al pasar a su hemisferio "nocturno"; a causa de esto, el
asteroide tiende a irradiar más calor desde su hemisferio iluminado.