Cuando las corrientes en disputa ya se habían puesto de
acuerdo, y tanto Jesús Ortega como Alejandro Encinas habían aceptado que Lázaro
Cárdenas Batel pudiera asumir la presidencia interina del partido, la palabra
del caudillo se impuso y su “no” fulminante evitó el nombramiento que hubiera
abierto una solución temporal al enconado conflicto perredista.
El 8 de mayo pasado, luego de que Cárdenas Batel había
aceptado el interinato tras enterarse de que lo aceptaban tanto Ortega como
Encinas, se había fraguado el consenso que iba a permitir nombrar a un
dirigente que se encargara de conducir al partido de cara a las elecciones
parlamentarias del próximo año y que tendría que convocar luego a un nuevo
proceso interno para resolver la disputa que se pospondría entre los dos
aspirantes.
Ese día le habían por fin sacado un “sí” al ex gobernador
de Michoacán, que en un principio se había negado a la posibilidad de dirigir
el PRD como interino. “Qué voy a hacer yo ahí, me da flojera”, había respondido
Lázaro en una entrevista a finales de marzo cuando su nombre comenzó a sonar
como un posible interino. “Yo no voy a dedicarme a eso, porque mi lucha está en
otra trinchera”, decía entonces Cárdenas.
Pero de entonces a la fecha la crisis del PRD se fue
ahondando cada vez más. La declaratoria de “ganador” que hizo la Comisión de
Garantías de Alejandro Encinas fue tirada por el fallo del Tribunal Electoral
federal que, el pasado 7 de mayo, le dio la razón a Jesús Ortega y le exigió a
la misma comisión que contara 100% de los votos emitidos en el proceso
perredista.
Fue en esas horas, las que siguieron al fallo del tribunal,
cuando la propuesta de Lázaro Cárdenas Batel como interino volvió a cobrar
fuerza. En busca de una salida urgente y viable a la crisis, hubo operadores
que puentearon entre Ortega y Encinas y les plantearon el nombre del ex
gobernador michoacano. De lado de Los Chuchos dijeron que ellos no tenían
inconveniente; Alejandro les respondió lo mismo a quienes se lo plantearon.
Con los dos contendientes de acuerdo, sólo quedaba un
problema: convencer al propio Lázaro Cárdenas, que hasta ese momento mantenía
su negativa de aceptar el interinato y retrasaba el acuerdo. Pablo Gómez y
Leonel Godoy se entrevistaron con el ex gobernador y fueron determinantes en
convencerlo de que aceptara. Para el mediodía del 8 de mayo, el acuerdo estaba
fraguado y el último empujón a Lázaro se lo dio Cuauhtémoc Cárdenas.
La carta del ingeniero a los ex presidentes del PRD,
incluido López Obrador, en la que propuso a éstos hacer un llamado a los
candidatos que contendieron por la presidencia a renunciar a sus candidaturas,
era parte del acuerdo que ya estaba armado entre las corrientes y buscaba que,
con sus declinaciones, Ortega y Encinas dieran paso a una salida a la crisis.
Pero faltaba una voz por consultar, y cuando le fueron a
preguntar a Andrés Manuel López Obrador, su respuesta fue automática: “Lázaro
no”. La opinión del caudillo se volvió consigna para los lopezobradoristas y
Encinas ya no pudo sostener su acuerdo inicial con Los Chuchos, y éstos se
molestaron por el recular de Alejandro.
Ya con la opción del interinato de Lázaro rechazada por
AMLO, Nueva Izquierda decidió impulsar su propio fallo de la Comisión de
Garantías y Vigilancia que el viernes 9 dio como ganador a Ortega y desató la
protesta y el desconocimiento de Encinas.
La tensión regresó tras la negativa del caudillo y el
encono se volvió a hacer presente el lunes pasado, cuando la reunión convocada
por Cuauhtémoc Cárdenas, a la que se había invitado a los ex presidentes del
partido a buscar una solución a la disputa, fue desairada por López Obrador,
que había confirmado que iría, y por Amalia García, que para variar andaba de
viaje en el extranjero. Hasta Porfirio Muñoz Ledo, que aunque ya no es
perredista preside ahora el FAP, les hizo el vacío, aunque en el caso de
Rosario Robles tal vez ganas de asistir no le faltaron, pero ella sí está
totalmente fuera de su antiguo partido.
La imagen de Cuauhtémoc solo con Leonel Godoy y Pablo Gómez
acompañando al llamado líder moral fue la estampa más clara de la ruptura
profunda y el encono que prevalecen en el PRD. Fue también la confirmación de
que a veces la voluntad de un solo hombre puede más que el interés de muchos, y
que la terquedad y la obcecación impiden cualquier tipo de razonamiento o
acuerdo.
NOTAS INDISCRETAS…
¿Será posible? Los consejeros del IFE que están próximos a
dejar sus cargos, junto con algunos de los que ya fueron removidos, presionan
fuerte en el interior de esa institución para que se les pague una jugosa
liquidación de 10 millones de pesos a cada uno. Si les dan lo que piden,
significaría un gasto para el erario de 90 millones de pesos por los nueve
consejeros que serán removidos de aquí al 2012. Pero eso no es todo; encima de
la liquidación, exigen también que el IFE, es decir, todos nosotros con
nuestros impuestos, les paguemos sus salarios por los próximos dos años, que es
el lapso que les faltaba para concluir el periodo original para el que fueron
designados por el Congreso. Y si cada consejero cobra unos 160 mil pesos, saque
usted cuentas cuánto nos costará la remoción de esos funcionarios si se les
cumple su capricho… Por cierto, en el mismo IFE comentan que las versiones que
ubican a la consejera Lourdes López, una de las que piden su liquidación, como
posible secretaria ejecutiva del instituto son “una vacilada”. Por algo lo
dirán… Los dados mandan serpiente. Caída libre.
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