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Unión libre, rompiendo el paradigma del matrimonio

Notimex | 19/02/2014 | 11:29

En las últimas dos décadas el número de parejas en unión libre se ha incrementado en México y esto se debe a los cambios culturales, sociales, políticos y hasta económicos, pues según sus circunstancias las parejas deciden si con un documento legal formalizan o no su convivencia.

En ello coincidieron Roberto Bermúdez y Magdalena Trujano, especialistas en sociología y en filosofía de las universidades Nacional Autónoma de México (UNAM) y Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco (UAM-A), respectivamente.

En entrevistas por separado, los académicos opinaron sobre el incremento de las uniones libres en los últimos años y coincidieron en que este comportamiento seguirá observándose porque el ritmo de vida moderno propicia nuevos modelos de relaciones interpersonales.

De acuerdo con el Inegi, la población aumentó en casi 30 millones de habitantes entre 1990, 2000 y 2012, pero en el mismo periodo la cifra de personas en unión libre se triplicó.

Así, pasaron de más de cuatro millones en la primera década señalada a poco más de 12 millones en la última, en tanto que los matrimonios crecieron poco más de 10 millones en el mismo lapso.

Ante las cifras de personas en concubinato, Bermúdez y Trejo coincidieron en que se ha avanzado en el reconocimiento de derechos para estas parejas, sin embargo plantearon que el marco jurídico debe ajustarse con nuevas leyes y políticas para atender los cambios sociales.

El Censo de Población y Vivienda 2010 reportaba que en el país 43.9 por ciento de la población de 15 años y más se encontraba casada y 15.6 por ciento vivía en unión libre, además de que el número de divorcios registraba un aumento de 74.3 por ciento.

Este incremento en las uniones libres en México ha motivado cambios, pues si bien las personas no formalizan su convivencia ante un juez, sí tienen derechos y obligaciones como pareja y en lo individual, si determinan separarse.

Las modificaciones a las leyes y ordenamientos en materia civil para reconocer la unión libre establecen que en caso de una separación y si se comprueba una relación de concubinato, la parte que lo desee puede solicitar desde una pensión, un seguro de vida y hasta una herencia.

De acuerdo con el derecho civil, para que una pareja adquiera derechos al igual que en un matrimonio formal, es necesario que compruebe una convivencia mínima de dos años bajo el mismo techo.

En la capital del país, por ejemplo, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) aprobó modificaciones al Código Civil local con lo que se reconoce la figura del concubinato y establece obligaciones y derechos para ambas partes.

Para el doctor en sociología por la UNAM, Roberto Bermúdez “sin duda” las circunstancias culturales, sociales y económicas son determinantes para que una pareja tome la decisión de formalizar su relación y contraiga matrimonio.

Opinó que las condiciones actuales y el ritmo acelerado de vida propician nuevas relaciones, en donde las personas, mayoritariamente jóvenes, tienen una concepción del noviazgo y la familia distinta a la tradicional.

Aunque en las grandes ciudades son más comunes las uniones libres, pues por la diversidad de actividades e intereses hay menos críticas, las zonas rurales no están exentas de esta práctica aunque la situación económica es determinante para tomar la opción pese a la condena social.

A su vez, la doctora en filosofía, Magdalena Trujano planteó que el cambio en la conformación de núcleos familiares o de convivencia entre parejas se debe en gran parte a la función que la mujer toma en diversos ámbitos de la vida.

La especialista del departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Unidad Azcapotzalco explicó en entrevista que las interacciones sociales tienen su origen en las generaciones de las décadas 60 a 80, cuando se incubaron nuevas ideas de liberación femenina y juvenil.

La educación es determinante para entender los nuevos roles sociales y tipos de convivencia emocional, pues quienes nacieron en esas décadas gestaron un cambio de paradigmas que las nuevas generaciones viven con más claridad.

En la actualidad, opinó, la vida familiar se construye a partir de lo que las partes que la integran quieren y buscan para su satisfacción personal y profesional, donde lo que interesa es el compromiso diario y las emociones.

Planteó incluso, que en la sociedad actual se permite a los individuos experimentar con sus emociones y que en esa medida “maduren” para poder formalizar una relación personal, es decir que asuman el compromiso legal o religioso de casarse.

En su opinión, las relaciones sociales sí se han visto influenciadas por otros países, no sólo por ubicación geográfica, sino por las nuevas tecnologías. Es decir, que gracias a la revolución informática, diversas culturas se han vuelto atractivas para los mexicanos por sus prácticas y modas.

“El impulso social va hacia la construcción de nuevos patrones o el desconocimiento de patrones rígidos, una especie de flexibilización cultural”, planteó la doctora en Filosofía.