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Drogas auditivas, una nueva adicción

Aimee Torres | Plano Informativo | 28/07/2013 | 00:09

San Luis Potosí, SLP.- Si de por sí es preocupante el tiempo que jóvenes y adultos pasan frente a las pantallas de la computadora y el aislamiento que esto ha provocado por el uso del internet, las nuevas generaciones están expuestas a algo aún más peligros, pues resulta que con estos avances tecnológicos, más allá de descargar archivos de música y/o videos, existen algunos sonidos que pueden volverse peligrosos al grado de causar adicción similar a los estupefacientes que se inhalan inyectan o ingieren… Las drogas auditivas, son una nueva adicción que circula en internet.

Son sonidos desarrollados por científicos en el año 2010, mas su mecanismo, fue descubierto en 1939 por el investigador alemán H.W. Dove, quien identificó algunos sonidos llamados biaurales, que pueden provocar cambios en la conducta.

Estos archivos sonoros que al grado de “consumirse” de manera compulsiva, se pueden tornar adictivos dado que les agregan cualidades para imitar el efecto de estimulantes , que   pueden generar alucinaciones y crisis convulsivas afectando más a quienes padecen enfermedades psiquiátricas, a quienes se encuentran vulnerables, sufren aislamiento, soledad, angustia.

Las drogas auditivas, son sonidos biaurales confeccionados de manera intencional mediante programas de audio, con al menos dos rangos diferentes de frecuencias por lo que quien los escucha, lo hace de modo independiente con cada oído.

De acuerdo a información recabada en diversos sitios de internet, los efectos se perciben sólo con los auriculares. El cerebro identifica los sonidos por separado, los procesa y genera una onda biaural, que modifica los impulsos cerebrales, no ocurre si se oye cualquier ruido en general. Esa onda, estimula la región intermedia del cerebro, donde se controlan las emociones humanas, y puede provocar emotividad, relajación, o una exagerada estimulación.

Estos sonidos actúan donde las neuronas concentran los receptores para la drogas psicoadictivas por lo que al accionar en ese sector, pueden disparar una liberación desequilibrada de neurotransmisores de manera similar a como lo hacen varias drogas duras.

Por definición no son drogas, pero sus nombres se identifican con los mismos de las drogas sociales tales como heroína, LSD, cocaína, marihuana, éxtasis, opio o morfina. Pulula en la red desde hace tres años y se pueden descargar a computadoras o teléfonos celulares previo un pago que va de los 20 a los 200 pesos, aparte de descargar un software.

Aunque es un campo que apenas comienza a ser estudiado, existen riesgos de afectar las relaciones humanas, llevar al aislamiento, incumplir con obligaciones laborales o escolares, descuido de las amistades, relaciones familiares y de pareja, puede generar ciertos impulsos y tener un efecto más negativo en quienes padecen enfermedades psiquiátricas como esquizofrenia o bipolaridad. Pueden provocar alucinaciones y crisis convulsivas, lo que sería peligroso, pues se podría desencadenar un estado epiléptico, una convulsión muy prolongada con consecuencias severas.

Los rangos de edad que están en mayor riesgo son entre 13 y 17 años, porque son quienes más uso hacen del internet y no tienen la madurez cerebral que se adquiere en la etapa adulta.

Los expertos en adicciones todavía no pueden determinar cuánto tiempo hay que tener los auriculares puestos ni qué tan permeable debe ser un cerebro para que se concrete una adicción o un daño.

Si bien abren un nuevo panorama a la comunidad científica, su investigación podría traer avances en el tratamiento de diversas enfermedades del comportamiento. No obstante, hasta ahora hay poca investigación y lo que se sabe es porque la gente sube sus experiencias a blogs, Facebook o Twitter. Hay quien manifiesta experimentar los efectos de escuchar los sonidos 15 o 30 minutos, otros mencionan que no sienten nada y para algunos más es molesto.

Lo importante, es tener comunicación con los hijos, explicarles que esa música puede generar problemas de adicción. Además de acudir a apoyo psicológico y psiquiátrico, pues por lo regular en estas conductas hay otro conflicto de fondo, como personalidad dependiente, depresión o dificultades familiares, entre otros.