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Tamaulipas, persecución como de película

MÉXICO, D.F.
El Universal | 12/11/2007 |

 

 

Como en una cinta de acción, los presuntos narcotraficantes escaparon por el boquete que hicieron con una camioneta. Sin dejar de disparar sus rifles AK-47 y R-15, se perdieron a toda velocidad por las calles de Tampico, Tamaulipas, abandonando, la madrugada del 5 de octubre, más de 12 toneladas de cocaína —el segundo aseguramiento más importante en México—.

Lo que vino después fue, según el parte militar, someter a siete hombres armados que presuntamente no pudieron escapar. Sólo que en el caso de al menos dos de los detenidos, empleados de una compañía transportista que opera al lado de donde fueron los hechos, hay contradicciones en el informe militar y entrega de los detenidos a la Procuraduría General de la República (PGR) al que tuvo acceso EL UNIVERSAL.

El parte militar entregado a los fiscales de la PGR señala que a las 03:20 horas del 5 de octubre pasado, un convoy del Ejército realizaba un patrullaje por la colonia Laguna de la Puerta, cuando se les informó por radio que un grupo armado se encontraba descargando droga de un contenedor. “Tengan cuidado porque son muchos y todos portan armas de alto poder”, les dijeron.

La bodega, situada en Avenida Sexta y Carretera Vieja Tampico-Mante-Matamoros, fue rodeada en minutos por la partida militar. “No intenten nada, ríndanse”, les gritó a los supuestos narcos el subteniente Delfino Corrales y por respuesta recibió una andanada de disparos desde el interior de la bodega y una ráfaga —según su versión— le pasó al costado de su cara.

Los soldados se cubrieron y fue en el momento en que se escuchó un fuerte golpe. Era la camioneta que, según los militares, abrió un boquete y escaparon disparando. Otros corrían y disparaban. El Ejército respondió pero luego cesaron los disparos. Los soldados se quedaron a la expectativa y decidieron ir —según narraron— hasta el boquete para que no huyeran los agresores.

El parte militar dice que dentro de la bodega se sometió por la fuerza a Carlos Cerda González, Roberto Javier Reyes Álvarez, Alberto Martínez Díaz, Juan Manuel García Sancho Pasos, José Guadalupe Villanueva Galván, Javier Sánchez Cervantes y Carlos Cortés Hernández, estos dos últimos empleados de la empresa transportista contigua a la bodega.

El soldado Moisés Rodríguez Guerrero dijo que él sometió al empleado Cortés Hernández, incluso con el riesgo de que se disparara el fusil Hertal cal. 5.7x28 mm, matrícula FN038594 que portaba. Contra eso, el empleado relata que a él y a su amigo, Jaime Sánchez Cervantes, los detuvieron cerca de la entrada de la empresa Transportes Tamaulipecos Unidos, donde laboraban.

La declaración de los empleados Cortés Hernández y Sánchez Cervantes, rendida por separado y apenas unas horas después de su arresto, son similares. No se contradicen y desde el primer momento señalan que ambos salieron a las 19:00 horas de su trabajo y se dirigieron al billar-bar Las Vegas, donde tomaron algunas cervezas.

Ambos, dicen, salieron de ese sitio situado a 500 metros de su trabajo alrededor de las 24:30 o las 1:00 horas.

Coincidentes incluso en detalles, los testimonios de los empleados señalan que nunca escucharon ninguna balacera. Los dos resultaron negativos a la prueba de balística. Señalan que regresaron a la empresa a recoger la bicicleta de Cortés Hernández, pues la encargó en la caseta de vigilancia. “En el tramo del bar a la empresa no nos dimos cuenta que pasara algo, todo estaba muy tranquilo”, indicó Sánchez Cervantes.

“Fuimos alcanzados por una camioneta con soldados que nos revisaron. Luego nos taparon la cara y nos subieron a ésta”, relató.

“Casi al llegar a la empresa, nos detuvieron unos soldados, ordenándonos que nos tiráramos al suelo. Procedieron a taparnos la cara con nuestra propia ropa y nos subieron a una camioneta”, indicó Cortés Hernández.