El Universal | 24/02/2012 | 08:50
Un buen día, al grupo de primaria del Colegio Alemán, donde estudiaba Juan Villoro, llegó un niño de ropas muy pobres, por unos días fue su compañero de clase, el ahora escritor, que ya comenzaba a ficcionar comenzó a imaginar el por qué:.
Tal vez le había pasado una desgracia a la madre de ese pequeño, a lo mejor ella era la sirvienta de la directora. Muchos años después, ese episodio se convirtió en uno de las crónicas que ha publicado Villoro a lo largo de 17 años y que ahora ha reunido en el libro “¿Hay vida en la tierra?”.
Ese niño de ropas viejas se llamaba Anibal, igual que un general cartaginés que perdió ante los romanos “y por lo tanto representa a un derrotado de la historia”. Villoro evoca que ese niño claramente pertenecía a una clase social muy inferior a ellos y que estuvo ahí como una especie de humillado. “No hacía la tarea, no entendía nada, era para nosotros la representación de un mundo ajeno al de los niños privilegiados que estudiábamos en el Colegio Alemán”.
Con los años, Juan Villoro reflexionó y llegó a una conclusión: que ese niño había estado en el colegio para darles una lección, “para hacernos saber que existía otro país, que existe la pobreza, que existen los descastados, que existen los perdedores de la historia y él era Anibal, un perdedor de la historia”.
Así, 100 historias como esa, nacidas de una anécdota, de un suceso cotidiano, de una arbitrariedad o de la convivencia con la familia y los amigos, están reunidas en el libro publicado por Alamadía, con el cual la editorial independiente creada en Oaxaca en 2006 celebra la edición de su libro número 100.
Su libro es un observatorio de lo cotidiano, esas 100 crónicas o relatos trazan un cuadro de costumbres y un retrato de nuestro tiempo.
“Algo de nuestra identidad y de lo que somos hoy en día está reflejado en estas 100 crónicas o relatos porque en realidad son historias verdaderas en la medida en que todas ellas se basan en hechos reales y en circunstancias reconocibles, en cosas que estamos compartiendo hoy en día”, asegura.
El escritor, nacido en la ciudad de México en 1956, afirma que casi todas las historias del libro provienen de algo que le irrita, de la lata.
“Vamos a una oficina de gobierno y la pasamos muy mal, estamos cuatro horas en el tráfico y es un calvario, se crea una confusión en nuestra familia y eso se convierte en un drama que no sabemos resolver, estos malentendidos pequeños pero molestos, estas irritaciones cotidianas traté de sublimarlas a través de historias”, comenta.
Juan tiene la convicción de que la literatura existe para convertir el sufrimiento en una forma del placer y esa es una de las grandes paradojas de la experiencia estética que tú puedas disfrutar leyendo de cosas tristes.
“En estas crónicas no hay grandes tragedias, ni grandes problemas, pero las irritaciones cotidianas, la enorme lata que nos damos de sobrellevar a través de historias en las que interviene el humor que es una manera crítica de sobrellevar la realidad”.
Casi todas las crónicas reunidas en ¿Hay vida en la tierra? parten de una irritación o hartazgo, pero todas conducen al humor; hay un Juan Villoro que se acaba riendo de sí mismo; ese es el mismo efecto que producen en el lector.
El fabulador del costumbrismo mexicano
El autor de “Los culpables” -con la que ganó el Premio Herralde Novela-, de Dios es redondo -crónicas sobre el futbol- y El libro salvaje -best seller infantil-, entre otros, dice que pese a que el costumbrismo se considera una manera anticuada de ver la realidad, él lo ha concebido como un género actual, que hoy en día puede ser un tanto vanguardista.
“Estamos viviendo en una realidad totalmente distinta, nuestra percepción del mundo está filtrada por Internet, por la telefonía, por las cámaras, por todos los estímulos que recibimos, al mismo tiempo también nosotros nos representamos a nosotros mismos en la red, en las redes sociales somos a veces otras personas, tenemos presencia voluntaria o involuntaria en Twitter, Facebook, YouTube, Wikipedia y blogs, entonces dónde queda la realidad, dónde están los sucesos cotidianos, en qué medida nos hemos vuelto autistas electrónicos”, señala Villoro.
Su respuesta es inmediata con un ejemplo. A Villoro le sorprendió saber que en Corea a los adolescentes que pasan mucho tiempo en la computadora y que están en peligro de volverse asociales los llevan en campamentos a la realidad, lo hacen acampar en una calle para que vean cómo es una calle, los ponen a untar mayonesa en el pan para que vean que eso es posible.
“Esto me hizo pensar en que nosotros nos alejamos de lo más cotidiano y estas crónicas tratan de poner en tensión nuestra vida, en la fantasmagoría de las redes sociales y al mismo tiempo inmersos en lo cotidiano que no ha dejado de existir para nosotros, lo que pasa es que no siempre lo vemos. Recuperar la sorpresa de lo cotidiano es algo de lo que trato de hacer en estos cuentos de lo real”, asegura el también periodista.
“Las 100 historias” son las de un observador de lo cotidiano, de un hombre que va por la vida para descubrir historias en lo que sucede a diario, son pequeños relatos que siempre tratan de vincular el destino individual con alguna cosa del mundo exterior que está cambiando las costumbres y que refleja la época actual.