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Tania Libertad lleva su canto a Bellas Artes

El Universal | 13/02/2012 | 09:33

Tania Libertad tenía diez años de edad cuando feliz llegaba de la estación de radio donde cantaba y era recibido por reclamos de su papá.

“¡Cantaste horrible!”, le decía el hombre que ahora, dice la intérprete, le ayudó a jamás abandonar el piso”.

“Gracias a mi padre, que era un dictador, jamás lo perdí y hasta ahora sigo creyendo que no soy lo máximo”, señala.

“Al terminar un concierto siempre salgo con una cantidad de dudas horrorosas, porque me doy cuenta de que hay cosas que no me salieron como creía”, añade.

Tania, la peruana que nació hace 59 años en Chiclayo, celebra esta noche lunes, en el Palacio de Bellas Artes, cinco décadas de carrera.
Decía Carlos Gardel que 20 años no son nada ¿y 50?

(Risas) Por supuesto no significa sentirme vieja, ni nada. Por el contrario, me siento con la voz en plenitud y la experiencia suficiente para pararme en un escenario como Bellas Artes.

¿Cuándo conociste el Palacio por vez primera?

Desde que llegué a México cuando me la pasaba en el Centro (de la Ciudad). Me la vivía metida en antros como el Bar León o el Nueva York y luego canté muchas veces en la Alameda cuando los conciertos se hacían ahí.

Desde ahí veía Bellas Artes y decía que ahí estaría. La primera vez que estuve fue en una noche de boleros con Amparo Montes y Guadalupe Pineda, ahora ya he cantado hasta en la entrega del Ariel.

¿Cuándo fue la última vez que alguien te dijo que cantabas mal?

Por suerte muy poca gente me ha dicho (risas). Mi papá me lo decía, pero más allá de eso, nadie me lo ha dicho en la cara (risas).
En todo este tiempo, ¿cuál es la canción que siempre te piden y que quizá no quieras cantar ya?

No es que ya no quiera cantarla, pero tengo que reinventar “Alfonsina y el mar” todas las noches, pensando siempre una versión distinta.

La empecé a cantar hace casi 40 años, le he hecho todas las versiones del mundo y a veces he tenido audacias como cantar ante 20 mil personas, sin pared que rebote mi voz, y hacerla a capela, que es como más gusta. ¡Y todo el público se calla!.

¿Comprarías un boleto para verte?

¡Sí!. Me gustaría verme y comprobar si me veo como me imagino.