El potosino Ponciano Arriaga Leija, que fue un personaje de la historia de México, promotor de los derechos fundamentales y defensor de los pobres, fue homenajeado en el Congreso de la Unión a 200 años de su muerte.
Nació el 19 de noviembre de 1811 en San Luis Potosí, estudio leyes y se recibió a los 19 años; las ideas liberales de Montesquieu, Rousseau, Adams, Tocqueville, Jefferson hallaron en él un terreno fértil.
Católico profundo, dijo su verdad ante el Congreso Constituyente de 1856-1857: “Una es la religión cristiana y otra cosa los bastardos intereses del clero”. Veló por el cumplimiento de las Leyes de la Reforma y defendió la conquista de la supremacía legítima de la potestad civil.
Precursor del pensamiento agrario mexicano, decía que un pueblo con desigualdades sociales no podía “ser libre, ni republicano, ni mucho menos venturoso, por más que cien constituciones y millares de leyes proclamen derechos abstractos, teorías bellísimas, pero impracticables en consecuencia del absurdo sistema económico de la sociedad”.
Promovió el federalismo y defendió la soberanía frente a las invasiones de Estados Unidos primero y de los franceses después. Durante la primera dirigió el periódico El Estandarte de los Chicanates, que sirvió de apoyo a las fuerzas mexicanas. Expresó sus principios y propuestas en el terreno del debate político y en el del periodismo del siglo XIX junto con Altamirano, Prieto y otras mentes liberales.
Como diputado, en 1847, propuso la creación de una procuraduría de los pobres para terminar con la miseria a partir de la ilustración del pueblo.
Su oposición al gobierno de Santa Anna y sus ideas liberales le valieron el destierro en Nuevo Orleans. Allá, junto con Benito Juárez, Melchor Ocampo y José María Mata, formuló el Plan de Ayutla que derrocó al dictador. Formó parte del gabinete de Juárez y ocupó múltiples cargos públicos a lo largo de su vida.
Redactor e ideólogo de la Constitución de 1857, propuso moderar los abusos del derecho a la propiedad territorial. Abogó por el federalismo, la igualdad, el derecho a la educación, al trabajo, a la salubridad, a la justicia y a la tierra. Ese derecho cuyo anhelo retomaría, 54 años después, Emiliano Zapata con el lema “Tierra y Libertad” y medio siglo más adelante, Guillermo Arriaga, bisnieto de Ponciano, con su coreografía Zapata.