La actriz Sara García, recordada como "La Abuelita del cine Mexicano", quien falleciera hace 31 años, será homenajeada en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara 2012 con la presentación de algunos de sus filmes y una antología.
La actriz mexicana, quien se consagró por su actuación al lado de personalidades del Séptimo Arte nacional como Pedro Infante y Joaquín Paradavé, será evocada con la exhibición de algunos de sus filmes más representativos, así como una antología escrita sobre su trayectoria, la cual realizó el escritor Emilio García Riera.
El director del festival, Iván Trujillo, dijo al respecto, en declaraciones anteriores la prensa, que debido a que no existen descendientes directos, quienes podrían recibir el reconocimiento a García, es el público de ahí, ya que fue el que la convirtió en una gran artista.
Sara García, quien por otra parte es recordada con su imagen para una marca comercial de chocolate de mesa, nació en Orizaba, Veracruz, el 8 de septiembre de 1895, y falleció a los 85 años, el 21 de noviembre de 1980 en la Ciudad de México.
Fue la décimo primera hija de los andaluces Isidoro García Ruiz y Felipa Hidalgo Ruiz, además fue la única que sobrevivió de los 11 hermanos.
Desde temprana edad, Sara aprendió a coexistir con la tragedia, toda vez que vivió experiencias como la de 1900, cuando se desbordó el río Santa Catalina, aislando totalmente a la escuela primaria donde estudiaba, y tan difícil fue el rescate, que sus padres temían no poder encontrarla viva.
Más tarde, mientras su padre trabajaba en la restauración de la catedral de Monterrey, Nuevo León, donde se estableció la familia, ella sufrió un derrame cerebral, y los médicos le dieron pocas esperanzas de rehabilitación; sin embargo, cuando tenía nueve años, ya repuesta y en la Ciudad de México, ingresó al Colegio de Las Vizcaínas.
En 1905 una epidemia de tifoidea se registró en el país, y Sara contagió a su madre, quien falleció debido a esta enfermedad.
Totalmente desamparada, ya que su padre había tenido que ser internado algunos años atrás en la Casa de Beneficencia Española, su buena conducta y excelentes calificaciones le permitieron permanecer en el colegio y vivir con los papás de Rosario, su mejor amiga.
La directora de Las Vizcaínas fue quien se percató de su inclinación artística y la encaminó en la pintura. La joven encontró en este arte su razón de existir y el medio para subsistir.
En una ocasión, mientras deambulaba por la Alameda, en la capital mexicana, descubrió los estudios de Azteca Films, entró y quedó fascinada con la gente que se encontraba frente y detrás de cámaras.
En ese momento, pensó que podía actuar en teatro, porque el cine era algo estrafalario. Sin embargo, mientras veía filmar a Mimi Derba, la primera diva del cine mexicano, al director y funcionario de dicha empresa, Joaquín Coss, le llamó la atención su curiosidad y la invitó a participar en su primera película "En defensa propia" (1917).
El cine la llevó al teatro y comenzó a interpretar papeles pequeños, y en poco tiempo su buena dicción y pujante voz le dieron prestigio y le permitieron formar parte del repertorio de las compañías más destacadas del momento, aunque sin dejar el trabajo como maestra de dibujo que desempeñaba en esa época.
Su incursión en la escena teatral fue cuando tenía 22 años, en la Compañía de Comedia Selecta en el teatro Virginia Fábregas, con un elenco repleto de los más acreditados actores del género.
Su nueva vida la llevó a viajar por la República Mexicana, y en la compañía de Mercedes Navarro se encontró con Fernando Ibáñez, así surgió el romance, se casaron, y en Tepic, Nayarit, Sara dio a luz a su hija Fernanda. Algunos años después se separaron.
Comenzó a ser solicitada para papeles en el cine sonoro y obtuvo, bajo la dirección de José Bohr, su primer estelar en "Así es la mujer" (1936). Luego, protagonizó la versión fílmica de "No basta ser madre" (1937).
Su hija Fernanda fue cortejada por Jorge Negrete, tras "La madrina del diablo" (1937), sin la autorización de Sara. Ese romance terminó abruptamente, y Fernanda se casó al siguiente año con el ingeniero Mariano Velasco.
La felicidad les duró poco más de dos años, pues Fernanda murió a causa de fiebre tifoidea, el 17 de octubre de 1940, cuatro décadas antes que su madre.
Se le comenzó a conocer como "La Abuelita del Cine Mexicano" cuando iban a rodar "Allá en el trópico" (1940), y Emma Roldán le sugirió al director Fernando De Fuentes que contratara a Sara.
En los ensayos de grabación, De Fuentes se quedó pasmado con la caracterización y la actuación de Sara, por lo que no dudo en otorgarle el papel.
En 1947 grabó las famosas películas "Los tres García" y "Vuelven los García", al lado de Pedro Infante, Abel Salazar y Víctor Manuel Mendoza.
También actuó en "Dicen que soy mujeriego" (1949) y "Dos pesos dejada" (1949), con Joaquín Pardavé. Aparte de su carrera cinematográfica, Sara también marcó pauta en la radio y televisión mexicana; además, su paso por ambos se recuerda por su mal carácter y sus poses de diva.
Su debut en la televisión nacional fue en 1952 en un programa titulado "Media hora con la abuelita", y aunque fue un fracaso, ella regresó a su casa a esperar mejores tiempos.
En 1960, Fernando Villeli escribió "Un rostro del pasado", una impactante telenovela de corte policiaco, la cual fue un éxito, pero más comentado aún fue el drama detrás de las cámaras, pues Sara estaba celosa de Gloria Marín y empezaron las rivalidades.
A esa producción le siguieron "La gloria quedó atrás" (1962), "La duquesa" (1966), "Anita de Montemar" (1967), "Mi maestro" (1968), "Telenovela mensual" (1972) y "Mi rival" (1973), aunque en ninguna de ellas Sara García se consideró como estrella principal.
Posteriormente la contrataron para interpretar a la nana "Tomasina", quizás una de las decisiones más afortunadas de la actriz.
Con su participación en "Mundo de juguete" (1974), pasó de ser "La Abuelita del Cine Mexicano" a "La Gran Abuelita de los Medios". Su figura se convirtió en la consentida de los niños, y el programa duró más de cuatro años.
A esa popularidad se agregó la de su fotografía en una marca comercial de chocolate de mesa. Su último proyecto televisivo fue "Viviana" (1978), arranque estelar de Lucía Méndez y telenovela en la que Sara, aunque aparecía poco, tuvo un personaje especial.
Fue una actriz que lo mismo lloraba que hacía escenas serias o cómicas. Pocos imaginaban que detrás de ese disfraz de abuela dulce y madre abnegada predominaba una mujer disciplinada, capaz de quedarse sin comer por días para darle el tono perfecto de miseria a su papel.
Durante 70 años los escenarios atestiguaron el empeño y profesionalismo de Sara García para interpretar una amplia gama de personajes ante un público crítico y exigente; además demostró su valía actoral en cine, teatro y televisión, hasta el día de su muerte, que la convirtió en un icono del cine mexicano