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Y dónde quedó la calaca?

Plano Informativo | 31/10/2011 |

Toda frontera implica un cruce, y la forma en que la cruzan los estadounidenses y los mexicanos, constituye a su vez dos maneras de asumir y representar la muerte.

En las últimas décadas, en México la celebración del tradicional Día de Muertos que se realiza los días 1 y 2 de noviembre, se ha visto desplazada por el Halloween o Día de Brujas, un festejo de la cultura anglosajona que se celebra el 31 de octubre. Sin lugar a dudas,  la mercadotecnia ha jugado un papel importante en este fenómeno de desplazamiento.

Respecto al Halloween, la cultura anglosajona personaliza a la muerte mediante representaciones de la maldad, con imágenes de brujas con escobas, calabazas parlantes, jinetes sin cabeza o espectros representativos como fantasmas, dráculas, hombres lobo y momias egipcias. En fin, una mezcla entre la fantasía y el terror.

En cambio, el 1 y 2 de noviembre los mexicanos recordamos la muerte desde otra perspectiva: la convivencia entre vivos y muertos. Es una invitación a los goces de la existencia y a su vez, la interacción espiritual  con otro mundo, donde descansan nuestros fieles difuntos.

Los allegados y parientes la reciben vestidos de fiesta, porque el visitante llega del otro lado, no para aterrorizar, sino para unirse a la celebración de la vida.

En el Día de los fieles difuntos, no se trata de ocultar la identidad tras máscaras fantasiosas, sino de todo lo contrario, de revelarla como lo que es: la muerte. 

En ese sentido, los espectros del Halloween atemorizan por la diferencia. Por otro lado, los Fieles Difuntos consuelan con la semejanza. Y es que la Calaca mexicana, alegoría de la muerte, es sólo el recordatorio de que en el fondo de la fosa, todos llevamos la misma vestidura.

Recuperemos nuestras tradiciones y no dejemos morir aquello que nos identifica frente a otras culturas: Esa mirada de frente a la muerte, donde nos reconciliamos con los muertos entre ofrendas y versos.