Paulina Bárcenas
Plano Informativo | 29/03/2011 |
Producto de la irresponsabilidad de la población cientos de perros vagan en las calles provocando serios problemas de salud, accidentes viales y sufren maltrato. De acuerdo a datos del Ayuntamiento Capitalino, mensualmente son atrapados 30 canes que van a dar a la perrera, de estos, el 90% no son reclamados y días más tarde son sacrificados.
En entrevista Alejandro Ramos Ortiz, director de Ecología del Ayuntamiento, señaló que más que un problema de estética, la verdadera preocupación son las enfermedades y accidentes que pueden causar. Aunque las autoridades sanitarias aseguran hasta este momento que el problema de la rabia está controlado, las heces si son un problema.
Además del mal olor, una vez que estos desechos se convierten en polvo -y por consecuencia en partículas que forman parte del aire- causan infecciones estomacales o enfermedades en los ojos y la piel de los humanos.
Aunque el esfuerzo de las autoridades es constante junto con el de asociaciones civiles, los números no se reducen debido a los perros que nacen en las calles. Tan sólo en el 2010 la cifra llegó a 450 perros que tuvieron como última morada la perrera, estadística muy similar a la de años anteriores.
Falta de corazón, de dinero o de voluntad. Lo cierto es que muchos perros corren la misma suerte: una vez que ya no son cachorros graciosos, sino especies grandes que requieren un mantenimiento y cierta atención lo más sencillo es echarlos a la calle.
Así pues comienza su peregrinar por el mundo sin la mano de un dueño que los procure, quizá los abandonaron en una colonia lejana para que no encuentren el regreso a casa o tal vez simplemente ya no les volvieron a abrir la puerta. Estos perros puede que extrañen a sus dueños, para otros su destino fue nacer en las calles y carecer del derecho fundamental de todo ser vivo: el respeto.
La vida promedio de un canino en las calles es de unos seis meses, aunque esto dependerá siempre de su astucia pare vivir y de la buena voluntad de algunos ciudadanos para darles agua o comida de vez en cuando. También dependerá de la llegada de la perrera o la inconsciencia de los humanos malintencionados con los que se pudiera encontrar.