EL UNIVERSAL | 14/03/2011 |
La mirada coqueta, las tonalidades rosas en el traje de luces, las coletas más largas de lo común. El ruedo con aroma de mujer. Una corrida conformada exclusivamente por matadoras vio triunfar a la española Mari Paz Vega y el nacimiento de una nueva alternante: la yucateca Lupita López. Se trató del colofón de la Temporada Grande.
Lo nunca antes visto en 65 años de historia de la Plaza México. Una mujer dándole los trastos a otra mujer. Paz Vega, en su primera vez, le dio la muleta y la espada a una sonriente López Maldonado, ante la atenta mirada de la testigo moreliana Hilda Tenorio.
Lupita, con un traje de luces en azul marino y oro, caminó directo hacia su madre. Le dedico su momento más esperado tras 20 años como novillera y se enfiló para enfrentar a Milagroso, de la dehesa jalisciense de La Punta.
Muy de cerca, justo en el callejón del coso de Insurgentes se plantearon las toreras Cristina Sánchez, Raquel Martínez y Karla Sánchez. Hubo algunas lágrimas por presenciar a la décima mujer convertida en matadora en la historia de la tauromaquia. En el tendido, la presencia no respondió ante lo acontecido. Apenas 15 mil personas fueron testigo del cartel femenino.
En el ruedo, la diestra yucateca recibió a su burel arrodillada y cerrada en tablas. Después el cambiado acompañado de inspiradas verónicas. Aunque el cárdeno girón denotaba debilidad, López supo sacarle tandas con derechazos de buena hechura. Terminó con una estocada algo desprendida que le valió nevar los tendidos.
Una vez doblado su astado, se persignó. Con la oreja en mano, erguió su cuerpo femenino al cielo. Vuelta al ruedo y guiños a los suyos.
Una vez con sus trastos de vuelta, la diestra malagueña mostró el porte con su muleta. Formó macizas tandas de derechazos. También engarzó pases al natural y mostró derroche de técnica en el abaniqueo. Sufrió un angustioso arropón pero se levantó de inmediato como si nada hubiera acontecido.
Mari Paz finiquitó la lidia en suerte contraria al acertar en el primer intento. Las peticiones del respetable le concedieron un generoso par de apéndices. Suficiente trofeo para salir cargada en hombres de La México.
En tanto la matadora michoacana Hilda Tenorio enfrentó a lo menos potable. Olivero, del hierro de La Punta, fue el más rajón, en busca todo el tiempo de las tablas. Retacería de burel.
El vigésimo cartel de la Temporada Grande fue el ocaso nostálgico para los que un domingo sin toros no sabe a domingo. Ya no más polvareda en la ropa de invierno, no más gritos de impertinentes, ni el olor del puro entres las filas. Se guarda el capote en la denominada “Plaza que da y quita”.
Esta temporada se cortaron 35 orejas y un rabo en 20 corridas. Un burel alcanzó el indulto, otro la vuelta al ruedo y dos recibieron el arrastre lento. El galo Sebastian Castella cortó cuatro orejas, más el indulto a Guadalupano, y Eulalio López Zotoluco respondió por los de casa al recibir también cuatro orejas. Lupita López fue la única que escuchó tres avisos, con su segundo ejemplar de ayer, en el histórico cartel femenino.