Amigas y amigos de Plano Informativo, dicen por ahí que la magia tiene muchas direcciones, muchos nombres y muchos caminos. Algunos la escuchan llegar en el tintineo lejano de unos cascabeles que cuelgan del trineo de Santa Claus; otros la sienten en el silencio humilde del establo donde nace el Niño Dios; y hay quienes descubren su paso en las huellas suaves de los camellos que acompañan a Melchor, Gaspar y Baltasar cuando cruzan la madrugada.
Y es que sea cual sea la jurisdicción del equipo que llegue hasta tu hogar, ya casi es hora de que llegue la magia.
No les voy a mentir, en esta ocasión estas líneas no son para los adultos, esta ocasión. Pero hoy, queridos pequeños y ¿por qué no? también los grandes que leen a escondidas, quiero decirles algo importante, no importa quién toque a la puerta de su corazón cada diciembre… la magia llega igual.
Porque la magia no conoce fronteras ni jurisdicciones. No necesita visa, pasaporte ni permisos especiales, y es que la magia solo necesita una cosa, necesita que alguien, en cualquier rincón del mundo, quiera hacer sonreír a un niño.
Santa Claus vive allá en el Polo Norte, sí, en ese lugar donde el aire es tan frío que parece que las estrellas se quiebran como hielo. El Niño Dios llega envuelto en paz, como un susurro suave que recuerda que el amor también cabe en las manos más pequeñas. Y los Reyes Magos… bueno, ellos cabalgan entre desiertos, estrellas y sueños, porque son expertos en encontrar lo que ilumina la vida de cada niño.
Y aunque a veces pareciera que compiten, que uno llega antes y otro llega después, que uno trae juguetes y otro dulces, que uno deja cartas y otro deja fe… la verdad es que todos trabajan para lo mismo, para traer alegría, para entregar esperanza, para recordarnos que el mundo todavía tiene rincones luminosos.
Y te voy a decir algo más, algo que quizá nadie te había contado,
los regalos no siempre vienen envueltos en papel brillante. A veces vienen en forma de una risa que te escapa del pecho. A veces vienen cuando mamá o papá se sientan a jugar contigo.
A veces llegan cuando compartes tu juguete favorito con alguien que no tiene uno.
Y otras veces llegan como un abrazo que te aprieta fuerte, fuerte, fuerte… de esos que te hacen sentir que nada malo puede pasar. Porque la verdadera magia no está en lo que llega, sino en lo que despierta.
Santa Claus se ríe con el corazón y por eso sus carcajadas suenan como campanas.
El Niño Dios trae paz porque sabe que el mundo necesita descansar tantito.
Los Reyes Magos viajan porque saben que cada niño merece un milagro, aunque sea pequeñito.
Y tú, sí, tú también eres parte de esa magia, aunque no siempre te des cuenta.
Eres magia cuando sonríes. Eres magia cuando compartes.
Eres magia cuando crees. Como dijo un viejo sabio, cuyo nombre quizá olvidemos, pero no sus palabras, “La luz no se hace grande por brillar; se hace grande porque ilumina.”
Y ustedes, niños, son luz donde quiera que están.
Así que no te preocupes por quién llegará a tu casa esta Navidad. No importa si viene un señor de traje rojo, un niño envuelto en luz, o tres viajeros guiados por una estrella. Lo importante es esto, todos vienen por la misma razón… a recordarte que eres especial, que eres amado y que el mundo es mucho mejor porque tú estás aquí.
Y mientras tú sigas creyendo, mientras tus ojos sigan brillando y tu corazón siga esperando con ilusión, la magia esa que no entiende de fronteras, religiones, tradiciones ni jurisdicciones seguirá encontrando el camino de regreso a ti.
Porque, al final, diciembre es un recordatorio silencioso de que la alegría también es un regalo. Y ustedes, pequeños, tienen el don más grande, hacer que esa alegría valga la pena.
¡Que esta Navidad reciban muchos regalos, pero sobre todo que sean muy, pero muy felices!
Felices posadas a todas y todos.
De corazón, gracias por su lectura.
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