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Promesas en la Calzada: Historias de fe que caminan hacia el Santuario

Cientos de fieles recorrieron el trayecto como parte de sus mandas

San Luis Potosí, SLP.- La madrugada potosina amaneció cubierta de pasos lentos, rezos quebrados y promesas que avanzaban sobre piedra. Desde el reloj de la Calzada de Guadalupe —a poco más de un kilómetro del Santuario— cientos de fieles recorrieron el trayecto como parte de sus mandas, -compromisos espirituales que los devotos realizan para agradecer un milagro o pedir la fuerza para alcanzarlo.-
 
Algunos avanzaron de rodillas, otros caminaron descalzos, muchos llevaron flores, imágenes o veladoras encendidas; todos compartieron el mismo propósito, - llegar ante la Virgen de Guadalupe, la Madre que para los potosinos es milagrosa, la que cuida la salud, protege a los hijos y acompaña los dolores más profundos.-
 
 El camino de una madre que entrega sus rodillas por sus hijos
 
Desde hace más de diez años, Jessica cumple la misma promesa, recorrer la Calzada para encomendar a la Virgen la vida y la salud de sus hijos. Avanza despacio, con las rodillas marcadas por el esfuerzo, pero con la mirada fija en el Santuario.
 
“Cada año lo hago por mis hijos, para que no me les pase nada y que Dios y la Virgencita me los cuide. Me siento cansada, pero emocionada porque ya estoy por llegar”, cuenta con la voz entrecortada.
 
Su fe no descansa. Sabe que, mientras ella cumple su camino, la Guadalupana acompaña los pasos de quienes ama.
 
Guadalupe: una promesa por amor
 
Entre los fieles también va Guadalupe, una joven que este año ofrece su manda por su novio, internado desde hace un mes tras un accidente grave que le costó parte del hueso. Necesitan casi 40 mil pesos para una operación urgente.
 
“Le pido a la Virgen que me ayude a juntar el dinero y que me dé fuerzas. Ya no siento las rodillas, pero quiero llegar yo creo que la Virgencita me va a cumplir y que mi novio va a salir adelante”, expresa mientras sostiene una imagen guadalupana contra su pecho.
 
Su nombre —Guadalupe— es también parte de su historia, “Mi familia siempre le ha tenido mucha fe, por eso me llamo así.”
 
Una niña que vive gracias a un milagro
 
María Julia avanza rodeada de sus dos pequeños. Su hijo, con esfuerzo, carga una imagen de la Virgen; la niña menor abre camino con una flor blanca en la mano.
 
La manda de esta familia es un agradecimiento que viene desde el corazón,  cuando la niña nació hace siete años, los médicos aseguraron que no tenía esperanza de vida.
 
Pero la madre no soltó su fe.
“Nació muy grave, los doctores no me daban esperanza yo se la encomendé a mi Virgencita y ella me cumplió. Hoy quiero regresarle un poco de lo que hizo por mí”, recuerda con lágrimas contenidas.
 
La pequeña, ahora sana y llena de vida, también levanta su mirada hacia la imagen.
“Gracias, Virgencita, porque me ayudaste y ahora estoy bien”, dice tímidamente.
 
Una manda es una promesa espiritual, un acto de sacrificio, agradecimiento o petición profunda que los creyentes ofrecen a la Virgen.
 
Consiste en recorrer un camino —a pie, de rodillas, rezando o llevando flores— como símbolo de devoción y compromiso.
Es la forma en que los fieles le hablan sin palabras, entregando su propio esfuerzo como ofrenda.
 
En San Luis Potosí, la manda tradicional recorre toda la Calzada de Guadalupe, desde el reloj hasta el Santuario, un trayecto de poco más de un kilómetro, que este día se convierte en el corredor de la fe.
 
Cada 12 de diciembre, la Calzada se convierte en un río de historias vivas,  madres que entregan sus rodillas por sus hijos, jóvenes que piden fuerza para resistir, familias que agradecen la vida misma.
 
La Virgen de Guadalupe une a miles en un mismo latido,  el de la esperanza.
Porque en cada paso hay una historia que quiere sanar, una gratitud que busca ser devuelta, un dolor que se desea entregar.
 
La fe de los potosinos no se explica, se camina.
Y en ese trayecto, entre rezos y lágrimas, los milagros se sienten más cerca.
 
La Guadalupana, protectora del pueblo, recibe cada promesa como un acto de amor y en ese encuentro, devota y Madre se encuentran para sostenerse mutuamente.
 
En este día, San Luis Potosí no solo celebra a la Virgen, celebra la esperanza que sigue viva en su gente.
 
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