En un gesto inusualmente íntimo, Camila Sodi decidió abrir por primera vez una parte de su vida que había permanecido en silencio: su diagnóstico de autismo y TDAH. La actriz, inmersa en un proceso de autoconocimiento tras la muerte de su madre, Ernestina Sodi, encontró en la escritura una forma de transitar el duelo. De ese proceso nació El Primer Libro del Duelo, su debut literario y un espacio de acompañamiento para quienes viven pérdidas profundas.
En una conversación con Isabel Lascuráin, Sodi habló sobre los episodios que marcaron su vida —incluido el secuestro de su madre— y cómo su neurodivergencia le permitió reinterpretar su historia. Admitió que durante años confundió su sensibilidad y dificultad para adaptarse con fallas personales, cuando en realidad eran parte de una forma distinta de procesar el mundo en una sociedad “que no está diseñada para todos”.
La actriz enfatizó que los mayores retos para las personas neurodivergentes no provienen de su condición, sino de un entorno poco empático. “El mundo debería estar diseñado por gente más sensible”, reflexionó, señalando lo solitario que puede ser atravesar un duelo en una cultura acelerada. También recordó la dureza de su exposición mediática siendo muy joven, una experiencia que hoy comprende vinculada a su condición neurológica.
Ahora, más auténtica y consciente, Sodi reivindica la importancia de espacios seguros, la sensibilidad colectiva y el derecho a existir desde la vulnerabilidad. Su testimonio no solo visibiliza la diversidad neurológica, sino que invita a mirar el mundo con más compasión y humanidad.
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