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Iglesia critica lujos políticos que contrastan con carencias sociales

'Bromas' como la de la diputada Sara Rocha volvió a encender la discusión sobre la desconexión entre la clase gobernante y la vida diaria de la ciudadanía

San Luis Potosí, SLP.- El reciente revuelo generado por una “broma” de la diputada local Sara Rocha —quien presumió en redes haber obtenido un automóvil durante una posada oficial— volvió a encender la discusión sobre la desconexión entre la clase gobernante y la vida diaria de la ciudadanía. Aunque después aseguró que se trató solo de un juego, las imágenes de la rifa circularon rápidamente y abrieron un debate que va más allá del chiste mal planteado.
 
Desde la Arquidiócesis de San Luis Potosí, el vocero Tomás Cruz Perales consideró que estos episodios exhiben un problema más profundo, la incapacidad de cierto sector político para dimensionar el momento que vive el país. Mientras se publican fotografías de reuniones fastuosas o regalos de alto costo, miles de familias lidian con deficiencias tan básicas como la falta de insumos médicos o la eternización de trámites urgentes.
 
Cruz Perales recordó el caso de un menor cuya operación se ha pospuesto porque el hospital carece de material quirúrgico, una escena que —dijo— contrasta abiertamente con la frivolidad que algunas figuras públicas normalizan.
 
El vocero también cuestionó cómo prestaciones legítimas para los trabajadores, como el aguinaldo, se transforman en beneficios desproporcionados cuando llegan a manos de quienes toman decisiones. Señaló que la entrega de regalos costosos, dispositivos electrónicos o lujos innecesarios alimenta la percepción de que en el sector político se vive en otra realidad.
 
Incluso apuntó que partidos que se han abanderado con la austeridad incurren en prácticas que contradicen sus discursos, como viajes internacionales en primera clase. “Para la mayoría de los mexicanos —advirtió— salir del país ya es un lujo imposible; pensar en hacerlo en cabina premium raya en un universo paralelo”.
 
El episodio de la rifa no solo generó indignación, puso en evidencia la distancia entre la narrativa de la clase política y la vida diaria de quienes enfrentan carencias estructurales. Un recordatorio más de que los símbolos importan —y que, a veces, una broma en redes basta para exhibir la profunda desigualdad que muchos prefieren no mirar.
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