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¿Sensible?

¿Y si no es verdad que ser “hiper-sensible” es un defecto post-traumático? Y aunque así lo fuera, ¿Qué acaso tener una sensibilidad más a flor de piel después de que hubo que cicatrizar la herida, no significa una dulce y protectora alerta? La sensibilidad no es únicamente sentir, oler, ver, escuchar o saborear a nivel físico con mucha más profundidad, sino que, también con el cuerpo energético. Imagina alcanzar a escuchar los susurros del Alma, ver la belleza del Espíritu, saborear los sentimientos más allá de las entrañas de lo etérico, sentir lo inefable, oler perfumes de otro mundo y saber certeramente lo que aún no ha sido dicho. 
 
¿Cómo se siente una persona que empatiza, que conecta con los demás seres que le rodean, en medio de personas que no tienen como Él o Ella, un pie aquí y un Ala allá? Para algunos considerados expertos, la sensibilidad es un don, para otros, una diferencia cerebral, para otros no tan escuchados, un Alma que vino a la tierra con otra programación. 
 
Podríamos quedarnos en una polémica laberíntica durante horas, sin embargo, al arquetipo del o la psíquica, se le ha mantenido en las sombras, con sobrenombres, con exclusión o con temor. 
 
Porque que alguien vaya por el mundo expresando sin máscaras lo que es evidente a los ojos del Alma, es muy molesto para quienes temen a la verdad. ¿Cuál verdad? La del sentir, la del Espíritu, la del inconsciente, la de la sombra, la que para asegurar la practicidad es más conveniente no mencionar.  
 
Eres demasiado sensible dicen, no aguantas nada, mencionan, todo está en tu mente, condenan. Se lo dicen a alguien sensible, a quien empatiza, a quien se conecta con las emociones, vibraciones, sensaciones del entorno y se da cuenta de cosas ocultas que más adelante, en la vida, salen a la luz, por ejemplo, una maldad que todos encubrían.
 
Y  dicen que esto de la sensibilidad se da porque la persona vivió hostilidad, negligencia, incertidumbre y dolor en la infancia y entonces, desarrolló esta habilidad en la adultez para sobrevivir, pero ¿De verdad siempre es así? ¿A caso estamos tan programados y tenemos tan poca libertad de sentir que atribuimos a una hipervigilancia el Don de conectar el mundo de la materia con el mundo del Espíritu? ¿Qué acaso no estamos tan cuadriculados que pensar que ser sensible tendría que significar una anomalía o una enfermedad mental? ¿De verdad consideras que alcanzar a ver patrones, escuchar subtextos, intuir como un regalo del cielo es algo erróneo? ¿Qué acaso no son los(as) magos(as), sabios(as), filósofos(as), artistas, maestros(as) y sanadores(as) a los que preguntamos y pedimos consejo cuando nuestro corazón está en llamas? ¿Entonces por qué y para que negar que el psiquismo es un regalo del cielo? Por supuesto, siempre con una mirada hacia lo lumínico.
 
Tu hijo(a), quien se concentra en detalles como los colores de una mariposa, quien hace preguntas trascendentales, que cuestiona lo injustificable, que se indigna con lo incorrecto, que se concentra en soluciones profundas, que crea obras llenas de belleza, que es creativo(a) y ama profundamente, ama profundamente, ama profundamente, ¿No será acaso un(a) mensajero(a)?  ¿Eres tú uno(a) de ellos? ¿Eres un(a) empático(a)? No te escondas.
 
Cuídate, pero no te escondas. La sensibilidad es un don del cielo. Cuando meditamos constantemente, hacemos reflexión e introspección, vamos alcanzando dicha virtud. Y ¿Sabes que sucede? Comienzas a expandir tu visión hacia la profundidad.
 
Por eso, es importante que trabajes en tu inteligencia emocional, que creas en ti, que confíes en tu intuición y que no permitas que te hagan creer que tener alas es un error. La empatía es peligrosa si no se acompaña del discernimiento y el amor propio, por eso hay que acompañar a los(as) pequeños(as) empáticos(as), ponerles atención, acompañar sus procesos, creerles y defenderles. Sobre todo, hay que explicarles que no todos los cerebros funcionan como el suyo, que en este mundo hay mucha maldad y que es importante resguardar su energía.
 
Y es que ¿A qué venimos a este planeta si no es a sentir? Tanto con los sentidos del cuerpo físico, como con los del Espíritu. Quién no empatiza, no siente o no conecta, destruye, lastima y rompe lo Divinamente construido.  Entonces me dirás, si ser sensible es un regalo del cielo o un defecto. Hoy honro tu sagrada sensibilidad. Y si es que acaso, quedó atrapada en una coraza de miedo, no olvides que existen formas de derretir la armadura.
 
Deseo de corazón que tu sensibilidad y la de los tuyos, nos siga bendiciendo con la verdad, la bondad, la belleza y el amor que un Alma pura siembra en nuestro hogar, esta tierra a la que aún le faltan muchas flores y frutos que fueron cortados antes de tiempo. Pero tú, tu dulzura, tu conocimiento cósmico, tu inocencia, esa no mi corazón, que esa sensibilidad sobreviva, sea protegida, cuidada y amada aquí y ahora. Hecho está.
 
Gracias por caminar juntos.
Tu terapeuta.
Claudia Guadalupe Martínez Jasso.
 
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