El sorteo de la FIFA para el próximo Mundial de fútbol reunió en Washington D. C. una mezcla de deporte, música y entretenimiento, en un evento que buscó posicionar al torneo como un espectáculo global más allá de la cancha.
La ceremonia abrió con la imponente voz de Andrea Bocelli interpretando "Nessun dorma", la célebre aria que se convirtió en himno emocional del Mundial de Italia 1990. Su actuación despertó la primera ovación importante de la gala.
La conducción recayó en tres figuras: Heidi Klum -quien ya había participado en el sorteo de Alemania 2006-; el comediante Kevin Hart, que aprovechó para bromear sobre el eterno debate entre "futbol" y "soccer"; y el actor Danny Ramírez.
La química entre ellos aportó ligereza al protocolo, especialmente cuando Hart insinuó -antes de ser silenciado por Gianni Infantino- que la final del Mundial podría incluir por primera vez un espectáculo de medio tiempo al estilo del Super Bowl.
"Les puedo decir que, por primera vez en la historia, el espectáculo del descanso de la final del Mundial será taquillero", dijo el protagonista de Un Espía y Medio.
El espectáculo musical continuó con Robbie Williams y Nicole Scherzinger interpretando "Desire", el nuevo himno oficial que acompañará la edición mundialista de Estados Unidos, México y Canadá.
Williams, de 51 años, subió al escenario con un traje rosa, mismo que había llevado en la alfombra roja; mientras Scherzinger, de 47, destacó con un vestido verde de silueta escultural que aportó fuerza y presencia a su actuación.
Cuando todo indicaba que el segmento musical había llegado a su fin, el escenario se transformó para dar paso a Lauryn Hill, quien, junto a su banda, llevó al Centro Kennedy una fusión de reggae y soul.
Tras darse a conocer oficialmente los grupos del torneo, la ceremonía finalizó con la aparición de Village People, que puso a todo el auditorio de pie con una energética interpretación de "Y.M.C.A.".
El número, convertido en un momento inesperadamente festivo, dejó al presidente de Estados Unidos, Donald Trump; a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum; y al primer ministro canadiense, Mark Carney, disfrutando del show con una sonrisa.