El más reciente filme de Yorgos Lanthimos refleja varios componentes de su estilo: personajes periféricos y extravagantes, temática disfuncional e incomodidad
Nadie es monedita de oro, para caerle bien a todos. En la escuela, en el trabajo, en la vida habrá a quienes les caigamos mal, pero también tendremos algunos fans. Ésa, precisamente, es una situación a la que se enfrenta Yorgos Lanthimos frecuentemente.
Veamos cómo pintan las cosas con respecto a su cinta Bugonia.
Época actual. En una desarreglada casa, Teddy (Jesse Plemons) y Don (Aidan Delbis) se preparan, física y mentalmente. Hacen ejercicios para medir su fortaleza, pues tienen una misión y vendrá una gran prueba. Michelle (Emma Stone), debería de estar alerta.
El más reciente filme de Yorgos Lanthimos refleja varios componentes de su estilo: personajes periféricos y extravagantes, temática disfuncional e incomodidad.
Yorgos plantea un presente distópico, en el que se mezclan ambientes cotidianos, con desquiciamiento mental y toques de locura sobrenatural, que hacen cuestionarnos la cordura de los personajes y la realidad.
La narrativa pervive en esas casas desordenadas y claustrofóbicas del suburbio norteamericano contrastado con el minimalismo tecnológico del millonario. Atención a los colores y a una fotografía afilada.
Yorgos logra actuaciones de campeonato de su impecable reparto: ahí la siempre interesante e intensa Emma Stone, pero es Jesse Plemons quien se adueña de la película, demostrando ser uno de los mejores actores de su generación.
Pero Yorgos no sería Yorgos si no tuviera como médula espinal de sus tramas, la provocación: goza poniendo a sus personajes en situaciones extremas, violentas, con diálogos y momentos literalmente tortuosos. Hay escenas muy difíciles de ver.
La audiencia queda dividida: para algunos, el poco cariño que siente el director griego por sus personajes resulta odioso; a otros, nos causa cierto repele. pero también, fascinación. No será monedita de oro, pero con respecto a Yorgos, todos tenemos una opinión.