Un recorrido por la historia del Baby’O, la discoteca más emblemática de México y uno de los puntos más codiciados por celebridades como Luis Miguel, Elizabeth Taylor,Juan Gabriel, Michael Jordan y Bono, es la esencia del nuevo documental La noche eterna del Baby’O, dirigido por Emilio Maillé.
Más que un simple retrato de un icónico centro nocturno, la película se convierte en una profunda reflexión sobre la identidad de Acapulco: una ciudad mágica, contradictoria y resistente, capaz de renacer tras incendios, crisis y, más recientemente, la devastación del huracán Otis.
Tras su paso por el Festival de Morelia se estrenará en plataforma con la misión de compartir al mundo la historia del club nocturno más famoso del país. Durante 110 minutos, Maillé sumerge al espectador en el origen, esplendor y resiliencia del Baby’O, un espacio que desde 1976 marcó la vida nocturna del puerto y se convirtió en símbolo de glamour y exclusividad. Fue un punto de encuentro para artistas, políticos y deportistas de talla internacional, desde Luis Miguel, Elizabeth Taylor y Michael Jordan, hasta Bono y Sylvester Stallone, consolidando a Acapulco como un destino de clase mundial.
La visión de Maillé construye un relato íntimo y envolvente que va más allá de la fiesta. La noche eterna del Baby’O también es un testimonio sobre cómo Acapulco y su gente han reconstruido su identidad una y otra vez. Publimetro conversó con el cineasta sobre este trabajo cargado de nostalgia, memoria y esperanza.
Maillé reconoció que ni él ni muchos espectadores fueron parte de la historia directa del Baby’O, algo que terminó convirtiéndose en una ventaja creativa. Esa distancia le permitió observar el fenómeno con ojos frescos, posicionándose como el “primer espectador” del relato que estaba por construir. A partir de la invitación del equipo de NMAS Docs, emprendió un viaje para descubrir cómo contar una historia que no era suya, pero que sí lo interpelaba como cineasta.
Uno de los desafíos fue mostrar no solo la vida dentro de la discoteca, sino también el contexto social, político y emocional de la ciudad que la alberga. Hablar del Baby’O implica necesariamente hablar de Acapulco. Así como mencionar Studio 54 remite inevitablemente a Nueva York, nombrar el Baby’O abre una conversación inseparable con el puerto. Maillé quiso imprimirle al documental un ritmo musical constante, que guiara al público a través de las emociones que definen tanto al club como a la propia ciudad.
A lo largo del documental, Acapulco emerge como un protagonista central. El director comparte que, en el proceso, se volvió “aún más fan y defensor” del puerto. La resiliencia de su gente, su capacidad para dar la vuelta a cada crisis y su identidad luminosa se convirtieron en motores emocionales del proyecto. El final, que muestra un atardecer sobre la bahía, es para Maillé un gesto metafórico y simbólico: una promesa de renacimiento.
Para el cineasta, uno de los aspectos más reveladores fue comprender que, aunque el Baby’O podía verse como un espacio elitista o clasista, su historia también está atravesada por el gusto mexicano por la vida, por la celebración y por la fiesta como parte esencial de nuestra identidad cultural. El escritor Julián Herbert aparece en el documental para reflexionar justamente sobre esta idea: en México, el disfrute también es un acto social y político.