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Una Encrucijada histórica

Imágenes desde el zócalo.

Las vallas se alzan para proteger el recinto oficial de la iconoclasia, en ellas se lee la palabra “Narcoestado”. Una palabra que fue pintada, borrada y vuelta a pintar. En distintos medios se aprecia la foto de un joven; con una mano se cubre los ojos debido al gas lacrimógeno circundante, con la otra, ondea una bandera nacional con el Palacio Nacional como fondo. 
 
En las redes, circulan videos con granaderos que agreden a patadas a un joven que yace en el suelo, la voz de Claudia Sheinbaum en “off” que dicta, “en México no se usa la fuerza del Estado para reprimir a nadie”. Con igual impulso se difunden otros videos, con la imagen de un policía que es cocido a golpes por varios manifestantes, los medios reportan que cien integrantes de las fuerzas del orden resultaron heridos y critican que “en la marcha de jóvenes, hubo pocos jóvenes y viejos conocidos”. Narrativas antagónicas, cada quien conforme a su posición política -opositora u oficialista- da su propia versión de la #MarchaNacional.
 
En un país dividido y confrontado, se delinea una compleja encrucijada. ¿Mantener el rumbo o cambiarlo? Sirvan las tres definiciones que aparecen en el diccionario, para entender la histórica coyuntura que vivimos: 1) lugar en donde se cruzan dos o mas caminos; 2) ocasión que se aprovecha para hacer daño a alguien, emboscada, asechanza; 3) situación difícil en que no se sabe qué conducta seguir. Vale la pena reflexionar sobre cada una de estas definiciones, pues eso es precisamente lo que enfrenta el país y en lo que habrá que exigir liderazgo a Claudia Sheinbaum. 
 
1)Recientemente, la obscura sombra del crimen organizado, dejó sentir -de forma apabullante y progresiva- su estruendosa presencia en Michoacán. Primero, con el asesinato del líder limonero en Apatzingán, Bernardo Bravo. Pocos días después, con el artero homicidio de Carlos Manzo, el presidente municipal de Uruapan. Voces apagadas por la delincuencia, que representan a las más de 500 mil que han perdido la vida en las últimas dos décadas. Un Estado fallido, independientemente del orden administrativo y los colores partidistas que lo gobiernen, es el escenario de tal barbarie. 
 
En este contexto, ¿Se vale pensar que las cosas deben seguir por el mismo rumbo? Se han encontrado dos caminos diferentes. El primero, el mismo de siempre, en el que las autoridades y los políticos, simplemente buscan excusas o “pajas en el ojo ajeno” (fue culpa de Calderón, de la Derecha, etc.), el segundo, aquél en el que sea posible construir algo diferente, de manera conjunta, sin divisiones ni polarizaciones. En un país en el que co-gobierna la delincuencia, junto con la clase política, es indispensable hacer un alto en el camino.
 
2) Las marchas de los últimos días reflejan las múltiples trampas que la política miserable pone frente a una sociedad agobiada y confundida: “bloques negros” que, en cada movilización, buscan generar violencia, para quitarle legitimidad a las convocatorias originales. ¿Fueron financiados por integrantes del oficialismo? Por otro lado, sobran políticos de todas las ideologías que, intentan usufructuar la molestia ciudadana, sin proponer un orden de cosas diferente. No se dan cuenta de que el desgaste de unos cuantos, le resta legitimidad al nuevo activismo. Cada quien con ganas de usufructuar lo que no le corresponde. Sirva como ejemplo, la “súbita coincidencia” de que aparezca la CNTE, para entremezclar su amenaza pública de “boicotear el mundial 2026”, con la de exigencias sociales contra la violencia. 
 
¿Es posible -en este río revuelto- diferenciar los intereses mezquinos de unos cuantos, de aquellos que son verdaderamente públicos? En un país en el que cada quien está al asecho para sacar raja, la verdad, la templanza y la cordura cobran una relevancia inusitada. 
 
3) La gran pregunta frente a esta encrucijada es ¿qué debe hacer la mandataria? Frente a un país que ha empezado a movilizarse nuevamente, debido a que, en amplias regiones del territorio, desde hace más de 20 años, no se garantiza la vida, la libertad o la seguridad, Sheinbaum tiene la oportunidad de salirse del guión de la política tradicional, en el que tan avezado y ruin fue su antecesor tabasqueño. 
 
¿Podría la presidenta hacer una convocatoria en la que el planteamiento sea,  #SanarAMéxico, sin distingo de grupos, colores o partidos? La historia nos ha demostrado que los y las estadistas surgen, precisamente en este tipo de encrucijadas. Hay una oportunidad, aprovechémosla todos.
 
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