Hay preguntas, que no quisiéramos hacer. Pero, también hay momentos, en que dichas cuestiones, surgen de forma inevitable.
En esta vida, hay momentos en que se ocupa hablar, sobre el fin de la existencia: es decir, hay que pensar: como acabará nuestra historia.
Aunque, es bueno aclarar, que el fin, no es el final de la vida, más bien, el comienzo de una nueva manera de vivir.
Si la vida está en movimiento, es porque vamos orientados hacia una meta.
Todos vamos hacia ese fin, que es el principio de una vida plena.
No nos quedemos fijos, contemplando el fin de la historia, es bueno ver más allá de esta vida; y poner la esperanza, en lo que está, al otro lado del mundo.
Seamos firmes ante el dolor. Porque este pasa, y cederá el paso, a una vida de gozo.
La catástrofe, no es pérdida total; porque, después de la tempestad, tendrá que llegar la calma.
Hoy dice el Señor: “Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin” (Lc.22).
No hay que distraernos en lo que es pasajero, es mejor, poner la mirada en lo permanente.
Sin perder de vista, la gloria hacia la cual nos dirigimos.
En esta vida, nos toca padecer algunos sinsabores, y también adversidades. Pero todo eso, tendrá que suceder, para dar paso a la alegría.
Ya lo dice el Evangelio: “ Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”(Lic.21).
Pbro. Lic. Salvador Glez, Vásquez
Evangelio
Del santo Evangelio según san Lucas: 21, 5-19
En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: “Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido”.
Entonces le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?”.
Él les respondió: “Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin”.
Luego les dijo: “Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles.
Pero antes de todo esto los perseguirán y los apresarán, los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Con esto ustedes darán testimonio de mí.
Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes.
Los traicionarán hasta sus propios padres, hermanos, parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”.
Palabra del Señor.