'Bulevar de Ideas'
HAY MOMENTOS EN QUE UNA ciudad empieza a hablarnos sin decir una sola palabra; no lo hace a través de discursos oficiales, ni en los anuncios espectaculares que prometen una modernidad siempre a punto de llegar, pero que siempre tarda, sino en algo mucho más sutil, en los pequeños signos del descuido.
LA CIUDAD, COMO UN organismo vivo, tiene formas de advertirnos que algo se está desajustando, aunque muchas veces no nos damos cuenta. Solo cuando el deterioro ya es evidente, cuando ya se volvió un problema mayor, volteamos hacia atrás y ¿recapacitamos?
LAS CIUDADES NO SE derrumban de un día para otro, se desgastan poco a poco. Primero se nota un bache pequeño, uno que todos esquivamos casi sin darnos cuenta; luego aparece un cable colgando, tan discreto que parece un accidente y nada más; después una banqueta rota que obliga al peatón a bajarse al arroyo vehicular; más tarde un poste torcido que nadie endereza y así, sin grandes catástrofes, una ciudad va acumulando señales de advertencia.
NO SON FALLAS AISLADAS: SON LOS síntomas de algo más profundo. Son pequeñas grietas en la relación entre quienes gobiernan y quienes habitamos la ciudad.
SI UNO AFINA LA MIRADA PUEDE descubrir estas señales en todas partes. Una tapa de registro hundida que permanece meses sin reparación no es solamente una incomodidad: es un mensaje sobre prioridades.
UNA LÍNEA DE PINTURA VIAL borrándose hasta quedar en el recuerdo es una declaración silenciosa de abandono.
CADA UNO DE ESTOS DETALLES, tomado de manera aislada, quizá no valga una discusión pública, pero juntos conforman lo que podríamos llamar la estética del descuido.
LO ESTÉTICO NO TIENE QUE VER aquí con lo bonito o lo feo, sino con la forma en que estas señales configuran la experiencia cotidiana.
UNA CIUDAD CUIDADA SE SIENTE distinta, porque la gente camina de otra manera, los comercios prosperan con más facilidad, los espacios públicos son verdaderos puntos de encuentro.
EN CAMBIO, UNA CIUDAD QUE SE deja llevar por la inercia del descuido transmite una sensación de que todo está en pausa: que nada se atiende, que todo puede esperar para mañana, que el deterioro es parte natural del paisaje.
LA ESTÉTICA DEL DESCUIDO NO provoca escándalos, no llama la atención de inmediato. Uno podría pensar que un bache no define nada, pero ¿qué pasa cuando ese bache atraviesa varias administraciones municipales? ¿Qué ocurre cuando la luminaria que no funciona deja de ser una excepción y se vuelve la regla?
LA FALTA DE MANTENIMIENTO, cuando se vuelve permanente, es la forma más discreta de renunciar a la ciudad.
LAS CIUDADES NO SOLAMENTE SE miden por sus grandes proyectos, sino por cómo cuidan los detalles. Y esos detalles, para bien o para mal, cuentan una historia.
LA CUESTIÓN ES SIMPLE: ¿QUÉ historia queremos que cuente la nuestra? ¿La del descuido normalizado o la del cuidado posible?
UNA CIUDAD AMABLE ES UNA ciudad atendida hasta en su apariencia más sencilla y elemental.
@jchessal