San Luis Potosí, SLP.- En San Luis Potosí, el abuso infantil está aumentando de manera alarmante y las celebraciones decembrinas podrían convertirse en uno de los momentos de mayor riesgo. Así lo advirtió la doctora Mariana Juárez Moreno, psicóloga y directora de Apoyare A.C., quien señaló que los casos detectados por la organización pasaron del 4.3% al 7.5% en los últimos años. En su estudio más reciente aplicado a 312 niñas y niños de nivel primaria, 25 menores reportaron haber sido víctimas de abuso sexual o tocamientos indebidos.
Juárez Moreno explicó que la mayoría de los agresores no son desconocidos, sino personas del círculo cercano, familiares, amistades o conocidos que suelen convivir con las víctimas. “En muchos casos el abuso ocurre durante reuniones o fiestas familiares, donde los adultos se confían, el alcohol circula y los niños quedan sin supervisión”, advirtió.
De acuerdo con la especialista, la confianza y la distracción son los factores que más vulneran a la infancia durante estas celebraciones. “Creemos que, por estar entre personas conocidas, no hay peligro. Pero justamente ahí es donde más suceden los abusos. Los adultos bajan la guardia y los niños quedan expuestos”, explicó.
Las consecuencias de estos hechos, añadió, son profundas y duraderas. El estrés, el miedo y la vergüenza pueden alterar el desarrollo del cerebro infantil, generando ansiedad, aislamiento o terrores nocturnos. “Cuando un niño vive bajo estrés constante, su cerebro no se desarrolla de manera normal. Estas experiencias dejan huellas emocionales difíciles de sanar”, sostuvo.
Frente a este panorama, la doctora Juárez hizo un llamado urgente a madres, padres y cuidadores para que mantengan la vigilancia incluso en los espacios considerados seguros. “Las fiestas decembrinas son momentos para disfrutar, pero también debemos estar atentos. Un niño que dice sentirse incómodo o asustado debe ser escuchado. Un niño no inventa algo así”, recalcó.
Finalmente, la especialista insistió en que el silencio nunca protege. Reconocer, denunciar y acompañar son las claves para romper el ciclo del abuso y evitar que las reuniones familiares se conviertan en el escenario del dolor infantil.
“Proteger a las niñas y los niños no es sólo vigilar que no se acerquen a extraños, sino también observar lo que sucede dentro de nuestro propio entorno. El peligro, muchas veces, está en casa”, concluyó.