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La convocatoria de la 'Generación Z'

Imágenes desde el zócalo.

Hace poco más de un año, en el preludio de la elección presidencial, ante los señalamientos que se dieron en el calor del debate entre Xóchitl y Sheinbaum, recuerdo que la frase #Narcocandidata generó múltiples cuestionamientos y discusiones. El absurdo debate partidista, la polarización emocional e ideológica, se sobrepusieron al análisis serio y responsable. Una persona bien informada, me dijo: “yo no quiero creer que la política esta infiltrada por el narco”. El terrible asesinato de Carlos Manzo hizo que aquella frase, volviera a resonar en mi cabeza. 
 
Llevamos años en que el terrible amasiato entre crimen y política nos envuelve con noticias cotidianas. Desde Ayotzinapa, donde vimos cómo presidentes municipales conviven con la delincuencia para que ésta desaparezca a personas, hasta el Rancho Izaguirre, donde verificamos cómo se masifica el proceso en campos de entrenamiento y exterminio. Pese a las evidencias, la gente prefiere “ignorar” y se resiste a discernir lo que ocurre en México. 
 
La muerte del presidente municipal de Uruapan, vuelve a poner de manifiesto esta situación. Aunque las voces de críticos y opositores se alzan con indignación, para llenar con lugares comunes sus declaraciones y análisis, tristemente, han sido parte de lo mismo. Por su parte, el oficialismo descalifica, se pone a la defensiva, llena de propaganda y “cajas chinas” los foros de debate, para luego proponer “planes de rescate” que recuerdan, las mismas acciones fallidas de sus antecesores. 
 
Decía Karl Marx que “la historia ocurre primero como tragedia y después como farsa”. Con un grupo gobernante que busca concentrar al máximo el poder, que ha modificado la Constitución y las leyes, para emular de cierta forma, lo que vivimos con el viejo PRI como partido de Estado, vale la entender que la corrupción simplemente evolucionó. 
 
Sirva para ello, poner frente a nosotros aquella fotografía de Enrique Peña Nieto, el primer día que tomó posesión en Palacio Nacional. En la imponente escalera enmarcada por el mural de Diego Rivera, mejor conocido como “La Epopeya del pueblo mexicano”, el mexiquense decidió posar junto con los gobernadores de las entidades federativas. Sobresalían a su lado priistas relevantes como Javier Duarte de Veracruz, Jorge Borge de Quintana Roo, Andrés Granier de Tabasco, Rodrigo Medina de Nuevo León, César Duarte de Chihuahua, Roberto Sandoval de Nayarit, Fausto Vallejo de Michoacán, todos ellos -salvo Vallejo cuyo secretario general fue encarcelado tras difundirse videos departiendo con la “Tuta”-acabaron en la cárcel. El distintivo en cada caso, fueron los terribles casos de corrupción, donde el uso de presupuesto público -etiquetado desde el Presupuesto de Egresos de la Federación- fue empleado para ganar campañas, con ejemplos puntuales como “la estafa maestra”.
 
Hace poco vi una fotografía de AMLO con la mayoría de gobernadores de su época, muchos de ellos, por cierto, aún en funciones. La gráfica de López Obrador, arropado por los mandatarios de Morena, podría ayudarnos a hacer una revisión de lo que significó su sexenio. Ahí están los ejecutivos de Tabasco y Chiapas, aquellos que encabezaban sus entidades en tiempos de “La Barredora”; el de Sinaloa, meses antes de que tras su detención, el mismo “El Mayo” lo acusara de participar en aquella traición que lo llevó a El Paso, Texas; la gobernadora de Baja California, tiempo antes de que el gobierno de Estados Unidos le retirara la visa y el de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, quien hoy está en el ojo del huracán, tras el artero homicidio del líder independiente del movimiento de “El sombrero”. 
 
Sirvan estas reflexiones, para enmarcar la convocatoria que ha hecho la llamada “Generación Z”, para movilizarse el próximo 15 de noviembre, en contra de la violencia y la inseguridad que prevalece en México. En mi opinión, mas allá de lugares comunes, para modificar la problemática imperante, se requiere, ante todo, entender la profunda corrupción política que ha caracterizado a nuestra clase dirigente desde hace ya más de una década. ¿Podría esta marcha plantearle a la propia presidenta Sheinbaum que, más allá de colores partidistas, ella encabece la indignación social prevaleciente? ¿Podría la presidenta aprovechar la coyuntura, para cortar de tajo con ese pasado reciente descrito anteriormente? 
 
La visión y la actuación de un estadista, se desarrolla frente a este tipo de coyunturas. Desde “el alma de México” como muchos conocemos a Michoacán, ha surgido una voz que nadie debe ignorar. 
 
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