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EL RECIENTE ASESINATO DEL alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, durante las festividades del Día de Muertos, se suma a una serie de eventos violentos que reflejan una crisis de seguridad profundamente arraigada en México.
ESTE BRUTAL CRIMEN, QUE ocurrió tan solo días después del asesinato de un prominente empresario limonero en el mismo estado, ha desatado un torrente de indignación y protestas en la población, poniendo en jaque la estrategia de seguridad del gobierno de la Cuarta Transformación.
LAS IMÁGENES DE LA VIOLENCIA que se desata en Michoacán son el reflejo de una realidad que muchos prefieren ignorar: la colusión entre la política y el crimen organizado.
LA PRESIDENTA CLAUDIA Sheinbaum ha defendido su administración, afirmando que se han logrado reducciones en los homicidios, pero la percepción pública es muy diferente.
LA MUERTE DE MANZO, QUIEN había criticado abiertamente la inacción de las autoridades estatales, evidencia que la lucha contra el crimen no solo es un desafío de seguridad, sino también un asunto de confianza y legitimidad.
LA PREGUNTA QUE SURGE ES inquietante: ¿quién se beneficia de esta espiral de violencia? La narrativa fácil de atribuir estos crímenes a la venganza del crimen organizado no es suficiente para explicar el entramado que se despliega detrás de cada asesinato.
LA CAPTURA DE UNO DE LOS jóvenes asesinos, con apenas 16 años, solo añade más preguntas a la ecuación. La falta de respuestas claras alimenta un clima de desesperanza y frustración entre los ciudadanos, que ven cómo sus demandas de justicia son desvirtuadas por la politización del dolor.
EL HARTAZGO DE LA CIUDADANÍA es palpable. Las manifestaciones en Uruapan y Morelia son una muestra de que el pueblo no se conforma con respuestas vacías. La exigencia de justicia, que ha resonado en las calles, se convierte en un llamado a la acción para que las autoridades respondan con eficacia y transparencia.
SIN EMBARGO, EL ECO DE ESTAS demandas parece perderse en la burocracia gubernamental y en las disputas políticas que no hacen más que desviar la atención de lo que realmente importa: la seguridad y el bienestar de los mexicanos.
Y ES QUE EN ESTE SENTIDO, amigo lector, se suman las preocupaciones internacionales, con el presidente estadounidense sugiriendo la posibilidad de una intervención militar en México.
LA PRESIDENTA SHEINBAUM HA defendido la soberanía nacional, pero el hecho de que esta idea esté sobre la mesa revela la gravedad de la situación. La intervención no es la solución, sino un reflejo de la incapacidad de los gobiernos locales y federales para abordar un problema que se ha convertido en una crisis humanitaria.
MIENTRAS TANTO, LA LUCHA política se intensifica. La oposición no pierde la oportunidad de criticar al gobierno, señalando la falta de resultados tangibles en la lucha contra el crimen.
PERO MÁS ALLÁ DE LAS DISPUTAS partidistas, es crucial reflexionar sobre quiénes son los verdaderos adversarios en esta guerra. La violencia no solo se mide en cifras de homicidios, sino en el tejido social que se desgarra y en la confianza que se pierde día a día.
LA SITUACIÓN EN MICHOACÁN Y en otras partes del país es un claro recordatorio de que la violencia no es un fenómeno aislado, sino un síntoma de problemas más profundos que requieren atención inmediata y soluciones integrales.
LA POLÍTICA NO PUEDE SER UN campo de batalla donde se utilice el dolor ajeno como arma. La exigencia de justicia por el asesinato de Carlos Manzo debe ser un punto de inflexión que impulse a todos los actores sociales a trabajar juntos por un México más seguro.
LA HISTORIA NOS OBSERVA, Y LA responsabilidad de cambiarla recae en cada uno de nosotros.
CIUDAD CREATIVA
SAN LUIS CAPITAL HA SIDO recientemente nombrada Ciudad Creativa por la Unesco en el ámbito de la literatura, un reconocimiento que, aunque celebratorio, merece una mirada más crítica sobre su verdadero impacto y el contexto en el que se produce.
EL ANUNCIO, REALIZADO EL 31 DE octubre en París durante el Día Mundial de las Ciudades 2025, destaca a San Luis como la única ciudad mexicana en recibir este honor en esta edición, además de ser la primera del país en lograr una distinción literaria.
SIN EMBARGO, EL ENTUSIASMO que rodea este nombramiento no debe eclipsar la realidad de los desafíos que enfrenta la cultura literaria en la región.
AUNQUE ES CIERTO QUE SAN LUIS suma tres reconocimientos de la Unesco —Ciudad Creativa, Ciudad del Aprendizaje y Ciudad Patrimonio—, es fundamental cuestionar si estos galardones se traducen en un verdadero impulso a la literatura y al acceso a la cultura para todos los ciudadanos, o si quedan reducidos a un mero título que adorna las vitrinas del gobierno local.
EL AYUNTAMIENTO, LIDERADO POR el Alcalde Enrique Galindo, ha implementado iniciativas como presentaciones semanales de libros, el Festival Internacional Letras en San Luis y el Premio Municipal de Literatura.
NO OBSTANTE, LA EFECTIVIDAD DE estas actividades en la promoción real de la literatura y en la formación de una comunidad literaria sólida, es un tema que merece un análisis más profundo.
¿SE ESTÁN FOMENTANDO realmente hábitos de lectura y escritura entre la población, o estas actividades son solo eventos aislados que no logran generar un impacto duradero?
ADEMÁS, SAN LUIS SE UNE A una red de 408 Ciudades Creativas en el mundo, lo que implica un compromiso compartido de impulsar la cultura y la creatividad. No obstante, es crucial que este reconocimiento no se convierta en un fin en sí mismo, sino que se utilice como plataforma para abordar las problemáticas sociales y económicas que aún persisten en la ciudad.
LA DIRECTORA GENERAL DE LA Unesco, Audrey Azoulay, subraya que la cultura y la creatividad son motores de desarrollo y cohesión social, pero esto solo se logrará si hay una estrategia clara que integre estos aspectos en la vida cotidiana de los ciudadanos.
EN CONCLUSIÓN, MIENTRAS celebramos el nuevo estatus de San Luis Capital como Ciudad Creativa, es esencial mantener un enfoque crítico sobre cómo este reconocimiento puede ser una herramienta para el cambio real, en lugar de quedar atrapado en la retórica oficialista que a menudo rodea tales distinciones.
LA LITERATURA Y LA CULTURA deben ser accesibles y significativas para todos, y no solo un título que se exhibe en conferencias internacionales. O usted ¿qué opina, amigo lector?
HASTA LA PRÓXIMA.