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México: Fragilidad financiera y recesión

Dos hechos son de notarse. La economía creció, en promedio anual, 0.9% durante el sexenio de AMLO: además, el INEGI recién dio a conocer que el Indicador Global de la Actividad Económica

Comienzo con una pregunta ¿Ustedes consideran sana una economía que muestra un desempeño "muy bueno" de su mercado bursátil, pero que a la vez experimenta una debilidad creciente de la actividad económica y un desempeño preocupante en otros indicadores?
 
 Dicho con crudeza: Si la actividad económica no va, con claridad, hacia el alza ¿por qué se adquieren, con entusiasmo, valores de las empresas en el mercado bursátil? El Índice de Precios y Cotizaciones está teniendo un gran desempeño, ya que se ha prolongado, por meses, un auge de compras; y el IPC ha pasado de 49,700 al cierre del 2 de enero, 2025 a 61,300 al cierre del 22 de octubre (fecha de este comentario). Es decir, tuvo un incremento nominal de 23%. Esto contrasta con la importante desinversión de cartera de los extranjeros durante 2025.
 
 Dos hechos son de notarse. La economía creció, en promedio anual, 0.9% durante el sexenio de AMLO: además, el INEGI recién dio a conocer que el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) aumentó 0.6% en agosto a tasa mensual, lo que no alcanza para compensar la debilidad acumulada. A tasa anual, el indicador no mostró cambio, lo que equivale a decir que la economía no creció respecto al mismo mes del año anterior. De esta manera, en el acumulado de los primeros ocho meses de 2025, el avance anual es de apenas es de 0.3%, una cifra que habla más de inercia que de dinamismo.
 
 En cuanto a la Banca, con datos de agosto de BBVA, "en el caso de las empresas (37% de los saldos de captación a la vista), la desaceleración de la captación a la vista podría estar asociada a un menor ritmo de crecimiento de sus ingresos, como lo muestran los indicadores de ingresos por el suministro de bienes y servicios: en el caso de comercio, al por mayor y al por menor, se ha profundizado la desaceleración que se observó en la primera parte del año".
 
 El crecimiento del IPC, aunado a la declinante actividad económica puede tener varias interpretaciones. Una, muy plausible, es que estamos inmersos en una economía especulativa, donde el rendimiento esperado (y de corto plazo) de la inversión financiera es ya muy superior al rendimiento esperado de la producción de bienes y servicios; y esto, a pesar de la política monetaria de tasas descendentes de interés, que parece ser ineficaz para impulsar la inversión productiva, pero que deja abierta la puerta para mayores presiones inflacionarias.
 
 El tema de la recesión puede enfocarse desde varias perspectivas; una de ellas es considerar que las economías actuales son sobre todo, una enorme red financiera. En tal caso, todos y cada uno de nosotros es un Banco, es decir que todas las transacciones en los mercados involucran la creación de una deuda que debe ser saldada, después, en dinero. La mejor corroboración es que, en la economía formal, para la mayoría de las transacciones se utilizan en gran escala las tarjetas de débito y de crédito. Por eso algunos tratadistas señalan que las economías de mercado son, en esencia, financieras: las compras y ventas de bienes y servicios involucran la creación de una deuda y el compromiso de un pago futuro.
 
 De aquí que, lo que se crea en las economías modernas, es un conjunto de activos y pasivos derivados de las transacciones en los mercados. A todos, empresas y personas, nos importan las entradas de los flujos de efectivo; y su aplicación para saldar los pasivos generados. Es decir, cada uno es un Banco.
 
 Somos una economía de deuda. Y la deuda se está acumulando a pasos agigantados entre personas y empresas, lo que ha vuelto frágil a nuestro sistema económico. Con esa fragilidad financiera extrema llegará la recesión; y esa recesión puede ser profunda. Una cadena de insolvencias no podrá ser frenada por un gobierno incompetente y también endeudado.
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