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Colapsa el IMSS de Nicolás Zapata

Se ha convertido en el rostro del fracaso en el sistema de salud

San Luis Potosí, SLP.- El Hospital General de Zona No. 1 del IMSS, ubicado en la avenida Nicolás Zapata, se ha convertido en el reflejo más crudo del deterioro del sistema público de salud. Entre pasillos saturados, pacientes sin cama y tratamientos suspendidos por falta de medicamentos, la institución atraviesa una de sus peores crisis.
 
Familiares de derechohabientes denuncian que ya no hay espacio para más enfermos. Las salas están repletas, los pasillos improvisados como áreas de espera, y los médicos trabajan bajo condiciones precarias. “No hay camas, no hay medicinas, no hay nada”, repiten con indignación quienes han pasado días y noches afuera del hospital, esperando una atención que no llega.
 
La situación se ha agravado con la escasez de fármacos oncológicos, entre ellos Ciclofosfamida y Mesna, fundamentales para pacientes con cáncer. A esto se suma la falta de insumos para diálisis, un servicio vital que ya no puede garantizarse. Apenas este fin de semana, una mujer en estado crítico fue rechazada por no haber disponibilidad para realizar el procedimiento.
 
Las carencias del IMSS potosino no son un caso aislado. Representan el colapso progresivo de un modelo de salud que el gobierno federal prometió transformar, pero que hoy exhibe sus fallas más graves.
 
Mientras el discurso oficial presume avances y hospitales de primer mundo, la realidad en los estados es otra, infraestructura colapsada, personal insuficiente y desabasto crónico.
 
Ni las giras de supervisión del director general del IMSS, Zoé Robledo, han servido para revertir el desastre. “No entendemos a qué vino, si todo sigue igual o peor”, cuestionan los pacientes, cansados de comunicados vacíos y promesas incumplidas.
 
A las puertas de un nuevo gobierno federal encabezado por Claudia Sheinbaum, las esperanzas de una verdadera reforma sanitaria se desvanecen entre la burocracia y la indiferencia. Las cifras pueden maquillarse, pero no los rostros de quienes esperan atención, ni las historias de pacientes que mueren sin acceso a un tratamiento que debería ser un derecho.
 
San Luis Potosí, una vez más, es el espejo de una crisis nacional, la del abandono institucional y la insensibilidad política ante el sufrimiento de los más vulnerables.
 
Mientras tanto, en Nicolás Zapata, el hospital sigue al borde del colapso. Y la pregunta sigue flotando en el aire:
 
 ¿Hasta cuándo el gobierno federal dejará de mirar hacia otro lado y asumirá su responsabilidad con la salud de los mexicanos?
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