Educación, arte, pensamiento y sociedad
El presente ciclo escolar 2025 – 2026 – desdemi punto de vista –, inició sus actividades con dos grandes acontecimientos históricos. Por una parte, el presupuesto asignado sin precedentes para distintos niveles y rubros sustantivosentérminos de programas de apoyo y becas y, por otra, la instalación real, legítima y trascendente del Bachillerato Nacional, con el propósito este último,entre otros, de unificar los más de treinta subsistemas de educación media superior en México; un asuntourgente para ordenar aquello que, aparentemente, muestra un abanico completo de opciones educativas dependiendo de los intereses, necesidades y aptitudes de los estudiantes; situación que lejos de ello, entorpecen la eficiencia terminal de las y los jóvenes a razón de los sistemas excluyentes de selección y admisión de las universidades e instituciones de educación superior y, sobre todo, el ambiente hostil y amenazante al cual se enfrentan los estudiantes una vez que ingresan al mundo de profesionalización, mediante mecanismos de permanencia y obtención de grado obsoletos,abismalmente diferentes entre instituciones, los cuales ponen en entredicho una “meritocracia académica”.
Desde mi experiencia, este tema me apasiona por los años en que me dediqué a la docencia y, del mismo modo,por mí participación en la creación de la Universidad de las Artes, la cual, lamentablemente, por no atender a necesidades legislativas en materia educativa y cultural, en la actualidad, han expuestoen el letargo con el riesgo de fenecer, un modelo fue un referente único en el escenario nacional, olvidándose de cada una de las vértebras que componen la solidez de la profesionalización:la docencia, la investigación, la difusión y la extensión;dando resultado una “escuelarepetidora de conocimientos”. Resulta también importante reflexionar en torno a la cantidad de universidades públicas y, especialmente privadas, que se han instalado en el Estado de Aguascalientes en los últimos treinta años, sin atender a la detección de necesidades sociales reales, en correlación con el número de habitantesen la entidad y en los ámbitos laborales y productivos. La Universidad de las Artes ya se encuentra figurando en esta lista, pactando convenios con una universidad particular que se presume global.
Si bien, la Universidad de las Artes queda fuera de los beneficios del Bachillerato Nacional, por no contar con un perfil institucional definido y legislado que le dé rostro institucional,para agruparse en algún subsistema, tampoco cuenta con una antesala sólida para que “prepare” a los estudiantes para la vida universitaria; de tal suerte que,se cuenten con productores artísticos lo suficientemente preparados para generar los bienes, productos y servicios artísticos de calidad, amén del desarrollo de la cultura local.Con esto, me refiero a la creación del Bachillerato en Artes “José Guadalupe Posada”en 2011, tomando como referente el modelo de los Centros de Desarrollo Artísticos, conocidos como CEDART; iniciativa legítima y necesaria en sus inicios, pero, terriblemente anquilosada por los planes y programas de estudio del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, los cuales hasta aquel entonces, no habían sido revisados y actualizados desde 1976; sumando además, la costumbre institucional local de no articular de manera trasversal los proyectos, como lo pudo haber hecho el Instituto de Educación – de donde nace esta iniciativa– y el Instituto de Cultural de Aguascalientes – del cual depende aún sin rostro jurídico, la Universidad de las Artes –.Dos dependencias trabajando de manera aislada e indiferente la una de la otra, en lo correspondía al abanico de sus responsabilidades interinstitucionales, con directrices de trabajo de transversalidad y gobernanza… “el sentido común es el menos común de los sentidos”.
Dos antesalas sólidas pero diluidas con el tiempo, sofocadas por la falta de espasmos de lucidez y voluntad institucional para su asegurar su continuidad, lo fueron particularmente, la creación de los Colegios de Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México y la creación de los Centros de Desarrollo Artístico del INBAL, los cuales de haber conservado su vocación y espíritu formativo, combinados ambos metodológicamente hacia la construcción de un plan de estudios veraz; hubiesen significado esa preparatoria urgentemente necesaria para formar creadores con el rigor que merecen, no solamente en la vida la académica de los estudiantes de la Universidad de las Artes, sino también en el Centro de las Artes de la Benemérita Universidad Autónoma de Aguascalientes; desde luego, haciendo a su vez, un replanteamiento real y objetivo de sus sistemas en los ámbitos de la docencia, difusión e investigación. Palabras más, palabras menos: ¿Es necesaria la existencia de estas dos instituciones educativas superiores en materia de arte en el estado? Desde luego sí, pero solo sí, en primer lugar, dejando de multiplicar los esfuerzos institucionales, ofertando las mismas carreras o similares entre ambas y, en segundo, si los esfuerzos de planeación académica se concentran estrictamente en la atención de necesidades en el campo productivo. ¿Necesitamos artistas y, como resultado de la academia, productores y creativos? Sí, pero para ello,el Gobierno del Estado y sus instituciones deben de tener en claro dónde, cuándo, cómo, para qué, por qué… con base en un proyecto de desarrollo eficaz, alineado a una legítima política de gobernanza, a un plan maestro, a una Ley de Cultura Estatal que no sea letra muerta y, por el contrarioaldesarrollo y transformación estrictamente social, similar al ejercicio pedagógico que ha dado como resultado el Bachillerato Nacional.
Los CCH de la UNAM, fueron creados el 26 de enero de 1971, siendo el entonces rector Pablo González Casanova, con el propósito de correlacionar armónicamente los planes y programas de la educación media superior, con los de la educación superior de la máxima casa de estudios; además, con la finalidad atender la creciente demanda de este nivel en la Ciudad de México; un proyecto aparentemente similar a las vocacionales del Instituto Politécnico Nacional creadas en 1947. Pero, en realidad, el trasfondo pedagógico de este gran proyecto,poseía una orientación más allá de concatenaciones académicas y satisfacción de una demanda alarmante de la época, que obviamente al satisfacerla, sumaba puntos a la credibilidad política para Luis Echeverría Álvarez que se perfilaba en las elecciones. Al margen de esa concatenación necesaria entre la educación media superior y la profesionalización, se propuso una “educación gradual” con salidas laterales, que bien lo deseablemente sustantivo era la eficiencia terminal, gozaba de contenidos temáticos fuertemente relacionados con el “aprender a ser”, “aprender a aprender” y “aprender a hacer”, dotando a los estudiantes de herramientas para la vida laboral y productiva de manera más inmediata; dotándolos de conocimientos, habilidades y aptitudes hacia los caminos adecuados para hacer las cosas, para dar lugar a nuevos procesos con base en el pensamiento divergente desde los primeros semestres como bachilleres. Así como las materias de metodología de la investigación, redacción y expresión oral, articulaban el todo curricular de este proyecto, la filosofía no era definida como una asignatura más, sino como un elemento implícito en cada uno de los documentos programáticos, en donde más allá de la revisión de sus diferentes doctrinas corrientes y posturas, promovía el ejercicio constante de la reflexión, el análisis y la crítica, con énfasis en la configuración de la identidad propia de la etapa evolutiva de las y los jóvenes. Del mismo modo, cada materia se encontraba diseñada de acuerdo a los intereses, necesidades y particularidades para desarrollar y expresar la inteligencia de cada estudiante, de acuerdo a su propio ritmo y capacidades; basándose algo similar a lo que décadas después, conocimos con el “Modelo de las Inteligencias Múltiples” de Gardner… “Nada nuevo hay bajo el sol”.
Los Centros de Desarrollo Artísticos conocido por sus iniciales como CEDART, a cincuenta años de su creación y fundados en 1976, bajo la buena sombra institucional del INBAL, los cuales suman en la actualidad catorce(tres enla Ciudad de México y diezmás ubicados en Monterrey, Hermosillo, Morelia, Mérida, Querétaro, Chihuahua, Oaxaca, Colima, Guadalajara y, por supuesto, Aguascalientes; representan aún, en la actualidad, un subsistema más de antesala para la profesionalización,pero, en el ámbito de la formación y producción artística. Cada uno de estos centros, llevan el nombre de algún personaje emblemático y protagonista en el desarrollo Cultural Nacional como Juan Rulfo, Ermilo Abreu, Luis Spota, Alfonso Reyes, David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, Frida Kahlo, José Eduardo Pierson, Miguel Bernal Jiménez,José Clemente Orozco, Miguel Cabrera, Ignacio Mariano de las Casasy José Guadalupe Posada (Aguascalientes). Su propósito consiste, por una parte, en extender las ramas de atención desde otras aristas institucionales, sumando una modalidad más para la educación en y para las artes, como en la actualidad lo hacen los talleres libres, pero, además, con la certificación de estudios en el nivel medio superior con carácter bivalente, es decir, aquellos egresados que se perfilen de acuerdo a sus intereses vocacionales a estudiar otras carreas al margen de las expresiones artísticas o bien, aquellos que decidan dar continuidad a sus estudios para la producción y creación, como un modo y proyecto de vida a largo plazo. Los planes de estudio de los CEDART, organizan su carga curricular en dos áreas sustantivas, agrupando las materias propias de un bachillerato general, paralela y particularmente con las asignaturas de danza, teatro, artes visuales y música.En los primeros semestres,las materias artísticastienen por objetivola exploración, para posteriormente, definir un lenguaje artístico concreto, al cual se le denomina un “énfasis formativo”.
Sin duda, estos dos ingredientes pedagógicos con historia, aciertos y lamentables descuidos, sin una atención sostenida que los convirtiera en solo proyecto vigente adecuado a las demandas reales de promoción de la cultura;hubieran hecho posible juntos, bajo un mismo propósito,el resultado de esa antesala eficaz, urgente y necesariapara preparar para la vida universitaria; tomando en cuenta que, para el caso de la Universidad de las Artes y la Benemérita UAA, es necesario formar profesionales en las artes con base en un todo organizado, en un andamiaje de gestión y promoción cultural que no existe en Aguascalientes, en donde paralelamente, se estén cultivando y cosechando las necesidades de las y los ciudadanos para apropiarse de los bienes, productos y servicios culturales… Sin público y consumidores de los lenguajes artísticos, resulta un esfuerzo social innecesario y, en el mismo orden de ideas, sin artistas formados desde el rigor de la docencia, investigación y difusión, no puede haber públicos demandantes con los sentidos educados y expectantes que abonen al desarrollo identitario, desde lo individual a lo comunitario y de lo comunitario a lo individual, bajo esa dinámica “natural”, biológica y espontánea que caracteriza a la construcción de toda cultura.
Finalmente, siempre he creído y definido de manera sostenida,que el bachillerato debe ser estrictamente formativo; un momento en donde las y los estudiantes deben adquirir las herramientas para “aprender a aprender” y “aprender a ser”, con la presencia permanente de la reflexión filosófica y la crítica, que los defina en los umbrales desde el pensamiento a la práctica resolutiva. Por ello, habría que reflexionar en torno a lo que aprendimos en la preparatoria y efectivamente lo aplicamos a nuestras vidas como universitarios. Evidente e ineludiblemente la pedagogía que merece México debe estar sustentada en la “lectura de la realidad”.