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Serenidad en tiempos de ruido

Opinión

El reciente anuncio del presidente Donald Trump sobre la suspensión de las negociaciones comerciales con Canadá ha generado titulares, especulaciones y, en algunos sectores, alarma. Y esto es comprensible porque cuando la mayor economía del mundo anuncia una medida de ese tipo, los ecos se sienten en toda América del Norte. Sin embargo, conviene mantener la calma y analizar el panorama con serenidad y perspectiva.

La decisión de Washington responde a un desacuerdo puntual con el gobierno canadiense por una campaña mediática que utilizó un mensaje histórico del expresidente Ronald Reagan sobre los aranceles. Pero más allá del ruido político, el hecho no implica una ruptura definitiva, y conviene recordar que cada país tiene sus propios tiempos y prioridades en el marco de la revisión del T-MEC.

Lo verdaderamente trascendental es que, en el caso de México, el proceso avanza con orden y responsabilidad. Desde el inicio de esta administración, el Gobierno de la República ha mantenido como máxima prioridad que la revisión del tratado se realice con absoluto rigor técnico, diálogo constante y visión de Estado. Gracias a esa estrategia política, las conversaciones con Estados Unidos se encuentran adelantadas y no existe ningún indicio de que el acuerdo esté en riesgo.

El comercio regional norteamericano no depende de impulsos ni de declaraciones en redes sociales, sino de marcos institucionales sólidos, cadenas productivas compartidas y millones de empleos que cruzan la frontera cada día. A pesar del frenesí mediático, no podemos perder de vista que lo que hoy se revisa no es la existencia del T-MEC, sino los capítulos técnicos susceptibles de ser modernizados frente a los nuevos desafíos de la economía digital, las energías limpias y la relocalización industrial.

Para estados como San Luis Potosí, la estabilidad del tratado es fundamental. Nuestra entidad se ha consolidado como piedra angular en la producción automotriz y en la atracción de inversión extranjera vinculada a cadenas regionales de alto valor.

A diferencia de etapas anteriores, hoy México no improvisa ni reacciona con precipitación. El Gobierno Federal mantiene abiertos los canales diplomáticos y económicos, y el Senado de la República acompaña este proceso como garante del interés nacional. Como lo he afirmado continuamente desde esta columna, la prioridad de la Comisión de Relaciones Exteriores América del Norte del Senado, es que el tratado siga siendo una herramienta de prosperidad y de integración regional equilibrada.

Por eso, frente a la estridencia política, México ofrece serenidad, rumbo y confianza. Ningún mensaje en redes sociales define el futuro de América del Norte; lo define la voluntad de sus pueblos de seguir creciendo juntos, con respeto, equilibrio y visión compartida.
 

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