¿Te ha pasado que estás en silencio, sin hacer nada especial, y tu mente empieza a pensar en cosas del pasado, imaginar el futuro o reflexionar sobre ti mismo? Eso no es distracción ni flojera. Es tu cerebro activando una red interna llamada “red por defecto”, una especie de piloto automático mental que se enciende justo cuando dejamos de concentrarnos en el mundo exterior.
Esta red es como un escenario interno donde se proyectan recuerdos, ideas, sueños, conversaciones imaginadas y pensamientos sobre nosotros mismos y los demás. Se activa cuando no estamos resolviendo problemas concretos, sino cuando simplemente estamos. Científicos han descubierto que esta red tiene un papel clave en cómo damos sentido a nuestra vida, cómo construimos nuestra identidad y cómo conectamos emocionalmente con otras personas.
Lo interesante es que en personas neurodivergentes —como quienes viven con TDAH, autismo o dislexia— esta red funciona de manera distinta. No es que esté dañada; simplemente opera con otra lógica, a otro ritmo o en momentos inesperados. Esto puede hacer que una persona se distraiga fácilmente o parezca “en su mundo”, pero también puede significar que tiene una vida mental mucho más rica, imaginativa y profunda.
Muchos estudios sugieren que una red por defecto más activa o menos regulada puede estar relacionada con la creatividad, la intuición, la empatía intensa o la capacidad de generar ideas originales. Lo que algunos llaman “divagación” o “déficit de atención”, puede ser en realidad una mente conectando puntos de forma inesperada. ¿Y si el problema no está en la mente que funciona diferente, sino en una sociedad que solo valora el pensamiento lineal y productivo?
Comprender la red por defecto nos ayuda a ver que no todo pensamiento tiene que ser útil, rápido o enfocado. También hay valor en los pensamientos libres, vagos, dispersos. En esos momentos nacen muchas de las ideas que cambian el mundo, las canciones que nos emocionan, las soluciones creativas o las reflexiones que nos transforman. La mente necesita espacio para divagar, porque en esa divagación se encuentra a sí misma.
En lugar de tratar de apagar esta red en quienes piensan diferente, podríamos aprender a acompañarla, a crear entornos donde tenga lugar. A veces, lo que alguien necesita no es más control o más presión, sino más comprensión. Como dijo el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi, “la creatividad ocurre cuando la mente no está forzada, sino libre para jugar”.
Al entender mejor cómo funciona esta red cerebral, también empezamos a entender mejor a quienes viven de forma distinta. Y tal vez descubrimos algo más profundo: que todos necesitamos momentos de silencio interno, de pensamiento suelto, de conexión con lo que somos. Porque en ese espacio, lejos del ruido del mundo, ocurren muchas de las cosas más importantes.