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Pagos digitales avanzan en México

El teléfono móvil se ha convertido en un instrumento poderoso para acercar a los mexicanos al sistema financiero.
 
Sin embargo, detrás del crecimiento de los pagos digitales persiste un obstáculo estructural, la infraestructura tecnológica no ha evolucionado al mismo ritmo que la adopción del usuario, de acuerdo con la más reciente “Guía de Expansión Global” realizada por la firma de pagos, Nuvei.
“El móvil será clave para todo el proceso, desde que se inicia una transacción hasta que se líquida. Pero la adopción digital también debe traducirse en infraestructura; si no modernizas terminales, rieles y procesos, el sistema no escala”, señaló Juan Jorge Soto, gerente general de Nuvei para América Latina.
 
La penetración de teléfonos inteligentes alcanza 90% y la bancarización formal se mantiene en 76.5%, según datos oficiales.
 
Además, de acuerdo con un estudio de Nuvei, México es el segundo país de América Latina con mayor volumen de compras desde dispositivos móviles solo detrás de Colombia, con 80% de las transacciones realizadas por esta vía.
 
En otras palabras, millones de usuarios tienen la capacidad tecnológica para operar servicios financieros digitales, pero el país aún enfrenta limitaciones por una red de pagos incompleta y una experiencia de comercio móvil que no ha alcanzado su pleno desarrollo.
 
Soto explica que la expansión de los pagos móviles en México ha sido impulsada más por la iniciativa privada, fintechs, bancos digitales y comercios, que por políticas públicas estructurales.
 
Las cuentas ofrecidas por estas entidades permiten transacciones básicas y transferencias digitales, pero están limitadas a montos pequeños y sin plena interoperabilidad bancaria.
 
El ecosistema sigue enfrentando limitaciones estructurales. En el nivel técnico, no todas las terminales punto de venta (TPVs) aceptan pagos con billeteras digitales o tecnología NFC (Near Field Communication) que permite pagos sin contacto o de billeteras digitales.
 
“Todavía existen terminales en las que, al intentar usar Apple Pay o Google Pay, te responden: ‘Ah, no, ésta no tiene pago sin contacto’”, señaló Soto.
 
La fragmentación también ocurre en los procesos de adquirencia. México aún depende de conexiones y redes centralizadas, como las dos principales cámaras de compensación, diseñadas para modelos tradicionales de procesamiento de tarjetas. Integrar soluciones globales con esa arquitectura local representa un reto constante.
 
“Es necesario adaptar la tecnología a la infraestructura vial local, así como a los procesos y la infraestructura de comunicación para los pagos que ya existen”, explica Soto.
 
 
A diferencia de mercados como India o Chile, donde la interoperabilidad y los costos mínimos impulsaron la adopción masiva de pagos digitales, en México el sistema aún depende en gran medida de la banca tradicional.
 
El resultado, advierte Soto, es una digitalización asimétrica: los usuarios migran con rapidez a canales móviles, pero la infraestructura técnica y regulatoria avanza con rezago.
 
Mientras India procesó más de la mitad de sus transacciones digitales a través de su sistema de pagos UPI y Chile con una bancarización qué supera 80%, México opera sobre una base menos homogénea.
 
“El éxito de modelos como UPI o PIX está en la interoperabilidad y en los costos casi cero. Ese costo casi nulo es fundamental, porque el usuario de bajos ingresos sí siente el costo de una transferencia”, apunta.
 
La siguiente fase del ecosistema mexicano deberá enfocarse en modernizar la red de aceptación, integrar rieles interoperables entre bancos y fintechs, además de garantizar una experiencia sin fricción mediante autenticación biométrica.
 
México es el segundo país de América Latina con mayor volumen de compras desde dispositivos móviles solo detrás de Colombia, con 80% de las transacciones realizadas por esta vía.
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