El 25 de octubre de 1978 llegó a los cines Halloween, la película que redefinió el género del terror y dio vida a uno de los villanos más icónicos de la historia: Michael Myers. Dirigida por John Carpenter y protagonizada por una entonces desconocida Jamie Lee Curtis, la cinta no solo inauguró una franquicia millonaria, sino que también sentó las bases del cine slasher moderno.
Con un presupuesto de apenas 300 mil dólares, Halloween recaudó más de 70 millones a nivel mundial, convirtiéndose en una de las producciones independientes más rentables de todos los tiempos. Su atmósfera minimalista, el uso del suspenso sobre la violencia explícita y su inolvidable banda sonora —compuesta por el propio Carpenter— marcaron un antes y un después en la forma de asustar al público.
A lo largo de casi cinco décadas, la saga ha tenido múltiples secuelas, reinicios y reinterpretaciones, incluyendo las versiones dirigidas por Rob Zombie y la más reciente trilogía de David Gordon Green, que cerró en 2022 con Halloween Ends. Sin embargo, el legado del filme original sigue intacto: cada octubre, nuevas generaciones vuelven a mirar esa máscara blanca y ese cuchillo que simbolizan el miedo puro.
Hoy, a 47 años de su estreno, Halloween no solo es un clásico, sino una lección de cómo el terror puede ser arte cuando se construye con ingenio, tensión y silencio. En tiempos de efectos digitales y sustos fáciles, Michael Myers sigue recordándonos que el miedo más profundo es el que acecha detrás de una puerta cerrada.