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Estudiantes de Derecho entregan segundo pliego petitorio

Exigen seguridad y liderazgo femenino en la Facultad de Derecho

San Luis Potosí, SLP.- La crisis que estalló en la Facultad de Derecho “Abogado Ponciano Arriaga Leija” de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), tras el presunto caso de agresión sexual ocurrido el pasado 17 de octubre, continúa transformando profundamente la vida universitaria.
 
Esta vez, la movilización estudiantil alcanzó un nuevo punto de tensión y organización con la entrega del segundo pliego petitorio dirigido al rector Alejandro Javier Zermeño Guerra, en medio de una jornada marcada por el orden, la indignación y la exigencia de justicia.
 
La mañana de este viernes, entre 130 y 200 estudiantes de la Facultad de Derecho salieron a las calles en manifestación pacífica. El contingente partió desde la avenida Cuauhtémoc, donde se ubica la facultad, y avanzó por avenida Venustiano Carranza y la calle Uresti, donde realizaron un cierre vial temporal.
 
Durante el trayecto, los jóvenes se organizaron para relevar a sus compañeras y compañeros que permanecían en el bloqueo, en una muestra de coordinación y respeto mutuo.
 
La marcha culminó frente al Edificio Central de la UASLP, donde las y los manifestantes exigieron la presencia del rector Zermeño Guerra para entregarle personalmente el segundo pliego petitorio, elaborado y votado por más de 300 estudiantes.
 
Días atrás, los estudiantes ya habían entregado un primer pliego petitorio, en el que exigieron la expulsión de los tres presuntos agresores y la destitución de funcionarios que incurrieron en omisiones, así como justicia para la víctima, una alumna agredida sexualmente dentro de las instalaciones de Derecho.
 
Ese primer pliego fue firmado por el rector y, en consecuencia, derivó en una serie de medidas inmediatas:
 
La expulsión de los implicados.
 
La aceptación de la renuncia del exdirector Germán Federico Pedroza Gaitán, así como del secretario general, de la secretaria académica de la facultad y de la defensora de derechos estudiantiles. 
 
Sin embargo, tras dichas renuncias, la Facultad de Derecho quedó sin autoridades directivas, lo que dejó a la comunidad estudiantil sin representantes institucionales a quienes dirigir sus nuevas demandas.
 
Ante este vacío administrativo, los jóvenes redactaron un segundo pliego petitorio, centrado en la seguridad y prevención de la violencia de género. En él, denunciaron que las cámaras de vigilancia dentro de la facultad son ineficientes, al igual que el personal de seguridad, que no solicita credenciales de acceso ni mantiene protocolos adecuados de resguardo.
 
El documento plantea la revisión y actualización de los protocolos de seguridad, así como la implementación de medidas efectivas para garantizar la integridad de las y los estudiantes. “No queremos que vuelva a pasar lo que sucedió el viernes pasado”, expresaron durante la movilización.
 
“No somos porros, venimos en paz”
 
A lo largo del recorrido, los manifestantes insistieron en mantener una postura pacífica y de diálogo. “No somos porros, no buscamos violencia. Buscamos ser escuchados”, repetían mientras avanzaban por las calles del centro potosino.
 
Su objetivo era claro, dialogar directamente con el rector, ante la falta de interlocutores dentro de la facultad y la desconfianza hacia la sociedad de alumnos y consejería, a quienes acusan de haber guardado silencio frente a las omisiones institucionales.
 
Entre las principales demandas del nuevo pliego destaca una exigencia simbólica y contundente, que la nueva dirección de la Facultad de Derecho sea encabezada por una mujer.
 
Los estudiantes consideran que este paso es necesario para romper los pactos patriarcales que han perpetuado las violencias dentro del plantel y para garantizar una gestión con perspectiva de género y sensibilidad social.
 
“Tiene que ser una mujer”, se lee en las pancartas y en las voces de las estudiantes que encabezan el movimiento.
 
Incluso, algunas alumnas y docentes han propuesto el nombre de la académica Suhey Tristán, quien en redes sociales expresó.
 
 “Durante días tuve miedo de escribir, pero ya no. La Facultad de Derecho está cimentada, en gran medida, en la misoginia y el clasismo. Las violencias siguen reproduciéndose en nuestras aulas, en nuestros cuerpos y en nuestras mentes”.
 
Su mensaje resonó con fuerza dentro y fuera del campus, convirtiéndose en un llamado colectivo a reconstruir la Facultad desde la empatía, la justicia y la sororidad.
 
Durante las protestas, el acompañamiento del personal docente y administrativo ha sido fundamental. Profesores y trabajadoras han llevado alimentos, agua, materiales y todo tipo de insumos para sostener las jornadas. Otros se han sumado a las asambleas y guardias, en un gesto de solidaridad inédita dentro de la UASLP.
 
“Nos sentimos escuchadas y acompañadas por nuestros maestros”, expresaron algunas alumnas durante una asamblea. “No están del otro lado; entienden que esto no es una lucha contra la universidad, sino por ella”.
 
El movimiento en Derecho sigue firme, sostenido por la convicción de que el cambio dentro de la universidad no debe ser solo institucional, sino también cultural.
 
Entre el dolor, la rabia y la esperanza, las y los estudiantes han logrado lo que parecía imposible, convertir la indignación en organización, y la protesta en propuesta.
 
Y aunque el eco de su consigna —“¡Tiene que ser una mujer!”— aún resuena en los pasillos vacíos de la facultad, su mensaje ya ha trascendido los muros universitarios, la justicia universitaria también se construye desde las aulas, las calles y la solidaridad.
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