LA PRESIDENTA DE LA Federación Universitaria Potosina (FUP), Daniela Jonguitud Torres, intentó deslindar a la organización que encabeza, del reciente caso de presunto abuso sexual ocurrido en la Facultad de Derecho de la UASLP. Aseguró que las personas implicadas “no forman parte de la estructura” de la federación y que “no pertenecían a la presidencia”.
SIN EMBARGO, ESA VERSIÓN SE desmorona ante la evidencia, una fotografía difundida desde la propia vicepresidencia de la FUP muestra a uno de los presuntos agresores, identificado como Santiago N., posando junto a representantes estudiantiles y consejeros alumnos.
LA CONTRADICCIÓN NO ES MENOR. El intento por deslindar a la FUP de toda responsabilidad institucional es una estrategia que busca proteger la imagen antes que asumir las fallas estructurales que permitieron que un hecho tan grave se cometiera en su propio espacio.
RESULTA INCONGRUENTE QUE UNA federación que se asume como la voz, el respaldo y el resguardo del estudiantado, intente minimizar su vínculo con los agresores y evada la autocrítica.
EL LUGAR DEL ATAQUE —LAS oficinas de la FUP dentro de la Facultad de Derecho— convierte a este caso en algo más que una tragedia individual.
LO TRANSFORMA EN UNA evidencia del colapso de los mecanismos internos de seguridad, confianza y representatividad estudiantil.
NO SE TRATÓ, COMO INTENTARON hacer ver inicialmente, de un hecho ocurrido en los baños o en un espacio ajeno; sucedió en un sitio que debía simbolizar acompañamiento y protección. Y esa diferencia es fundamental.
MIENTRAS LA PRESIDENTA DE LA FUP asegura que seguirán apoyando al estudiantado y que trabajan en un “pliego unificado de seguridad”, la realidad muestra un profundo descrédito entre las y los alumnos.
LAS VOCES QUE EXIGEN LA desaparición de la federación no piden venganza, sino coherencia, si una organización pierde legitimidad, si su estructura encubre o maquilla, si el resguardo se convierte en riesgo, ¿a quién sirve seguir sosteniéndola?
AÚN MÁS GRAVE RESULTA QUE, mientras la comunidad universitaria exige justicia, uno de los presuntos agresores haya publicado en redes sociales un mensaje burlón, “Duró lo que duró y fue hermoso”, acompañado de una fotografía tomada dentro de las oficinas de la FUP.
ESE ACTO DE CINISMO NO SÓLO hiere a la víctima, sino que exhibe la impunidad con la que se mueven ciertos grupos bajo la sombra de la representación estudiantil.
LA FUP, AL PRIORIZAR EL CONTROL del discurso y la defensa de su imagen pública, demuestra una desconexión con la realidad y el dolor de su propia comunidad.
EN LUGAR DE ABRIR UN EJERCICIO transparente de rendición de cuentas, se ha centrado en negar vínculos y cuidar reputaciones. Pero una institución que prefiere proteger su nombre antes que proteger a sus alumnas pierde de inmediato su razón de existir.
LA FEDERACIÓN UNIVERSITARIA atraviesa hoy una crisis moral que no puede solucionarse con comunicados ni fotografías protocolarias.
LO OCURRIDO EN LA FACULTAD DE Derecho exige no sólo justicia penal, sino una revisión profunda del papel, los privilegios y la opacidad con los que ha operado la FUP durante años.
LA UNIVERSIDAD NO PUEDE seguir tolerando estructuras que, bajo el discurso de representar al estudiantado, reproducen prácticas de impunidad, silenciamiento y encubrimiento.
LO QUE ESTÁ EN JUEGO NO ES sólo el prestigio de una federación, sino la confianza de toda una comunidad que merece sentirse segura, escuchada y representada.