locales

La Huasteca se levanta: entre el lodo, la solidaridad y la esperanza

En las calles de Tamazunchale, Matlapa y San Vicente Tancuayalab, el agua ya se retiró, pero las huellas del desastre persisten

San Luis Potosí, SLP.- Tras las lluvias torrenciales que desbordaron ríos, destruyeron caminos y anegaron cientos de viviendas en la Huasteca potosina, el eco de la tragedia se ha transformado en un movimiento de solidaridad que recorre todo el estado. Desde la capital hasta Soledad de Graciano Sánchez, los esfuerzos públicos y ciudadanos se unen para reconstruir, limpiar y devolver la esperanza a miles de familias que lo perdieron casi todo.
 
En las calles de Tamazunchale, Matlapa y San Vicente Tancuayalab, el agua ya se retiró, pero las huellas del desastre persisten, muebles hinchados, paredes cubiertas de humedad y rostros cansados que ahora miran hacia adelante. En esos mismos lugares, el olor del lodo se mezcla con el de los alimentos que llegan en camiones cargados de ayuda.
 
Uno de los gestos más significativos provino del municipio de Soledad de Graciano Sánchez, donde el alcalde Juan Manuel Navarro Muñiz instaló un centro de acopio para apoyar a las familias damnificadas. Durante días, los ciudadanos soledenses respondieron con generosidad, agua, cobijas, artículos de limpieza y despensas llenaron los contenedores hasta alcanzar tres toneladas de ayuda humanitaria.
 
“Fue un esfuerzo colectivo. La gente respondió con el corazón”, expresó Martín Bravo Galicia, director de Protección Civil municipal, al confirmar que los víveres ya fueron entregados al Centro de Negocios Potosí, desde donde el gobierno estatal coordina la distribución hacia las comunidades más afectadas.
 
Mientras la solidaridad fluye desde el Altiplano, la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) trabaja contra el reloj para restablecer los servicios básicos. En municipios como Matlapa y Tamazunchale, la red hidráulica quedó severamente dañada: cárcamos, bombas y tableros eléctricos fueron inutilizados por la corriente.
 
Darío Fernando González Castillo, delegado estatal de la dependencia, informó que el proceso de reparación tomará hasta tres semanas. En tanto, se envían pipas y plantas potabilizadoras para garantizar el suministro de agua potable, especialmente en comunidades donde las norias se contaminaron con aguas negras y desechos, como ocurrió en San Vicente Tancuayalab.
 
“Estamos trabajando sin descanso. Primero, para restablecer el servicio; después, para asegurar que el agua llegue limpia y segura a cada hogar”, aseguró el funcionario federal.
 
En el ámbito de la salud, la emergencia también dejó marcas. En Ciudad Valles, el Hospital General sufrió filtraciones por las intensas lluvias, lo que provocó el colapso de plafones en áreas sensibles como maternidad y terapia intensiva.
 
Jesús Guillén Larraga, director del nosocomio, explicó que las afectaciones ocurrieron mientras se realizaban trabajos de impermeabilización, y que aunque no hubo lesionados ni interrupciones en la atención médica, se aceleraron las obras de rehabilitación. “Primero debemos terminar el sellado del techo; luego, volveremos a colocar los plafones para restablecer completamente el servicio”, detalló.
 
El balance de daños avanza a paso firme. La Secretaría de Bienestar federal, encabezada por Ariadna Montiel, confirma que, más de 38 mil 800 viviendas han sido censadas en cinco estados afectados por las lluvias, de las cuales casi cinco mil corresponden a San Luis Potosí.
 
El gobernador Ricardo Gallardo Cardona precisó que, aunque la contingencia climática está a punto de darse por concluida, el trabajo apenas comienza, limpieza, saneamiento, reconstrucción y, sobre todo, reubicación. Entre 50 y 70 viviendas situadas en zonas de alto riesgo deberán trasladarse a terrenos más seguros, con apoyo estatal para su nueva construcción.
 
“Estamos saliendo de la emergencia, pero seguimos acompañando a las familias. Ninguna se quedará sola”, afirmó el mandatario potosino al recalcar que ya se han fumigado 11 de los 20 municipios afectados para prevenir brotes de dengue.
 
Mientras tanto, centros de acopio permanecen activos en diferentes puntos de la capital y del estado. La sede de CONAGUA en avenida Himno Nacional continúa recibiendo donativos, y voluntarios de universidades, organizaciones civiles y parroquias siguen recolectando víveres, ropa y productos de limpieza.
 
En medio de la adversidad, la Huasteca potosina demuestra que la solidaridad también es una forma de resistencia. Entre caminos en reparación, escuelas que reabren y manos que reparten agua y pan, la región avanza, despacio pero con determinación, hacia la recuperación.
 
Porque entre las aguas que arrasaron lo material, quedó a flote algo más poderoso, la fuerza de una comunidad que, unida, se niega a hundirse.
OTRAS NOTAS