El sentimiento de soledad ha aumentado entre los europeos entre 2018 y 2022, un fenómeno que se ha constatado en particular entre los jóvenes, y que se ha producido en un contexto de reducción de los contactos con amigos y familiares en persona y de incremento de las relaciones a distancia, señala la OCDE.
En un informe publicado este jueves, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) explica que en los 22 países europeos para los que existen datos comparativos el porcentaje de los que decían no sentirse nunca solos bajó del 58,9 % en 2018 al 51,2 % en 2022.
Entre esas dos fechas también bajaron de forma significativa (del 25,8 % al 21,4 %) los que explicaban sentirse solos únicamente una pequeña parte del tiempo y (del 17,2 % al 14 %) los que se encontraban solos parte del tiempo.
En el otro extremo, los que indicaban sentirse solos la mayor parte del tiempo creció ligeramente, del 5,7 % al 5,8 %.
Ese fenómeno fue más marcado entre los hombres (del 4,7 % al 5,2 %), que era un grupo con un riesgo relativamente bajo, y muy particularmente entre los jóvenes de 16 a 24 años (del 3,3 % al 4,3 %), algo que los autores consideran que debe de servir de señal de alerta para el diseño de políticas públicas.
Ese sentimiento de soledad se pone en relación con la frecuencia de los contactos personales con familiares y amigos, que en 21 países europeos para los que hay datos han caído de forma evidente entre 2006 y 2022.
Entre esos dos años, el porcentaje de los que tenían contacto diario con familiares pasó del 17 % al 11 % y con amigos del 21 al 12 %. En paralelo, los contactos a diario a distancia (por ejemplo por teléfono o por las redes sociales) creció del 23 % al 29 % con familiares y del 24 % al 28 % con amigos.
Si bien más de dos tercios de las personas consultadas en 22 países europeos para este estudio habían tenido contactos con amigos o familiares al menos una vez al día en la semana previa a la encuesta y un 90 % de ellos estimaban contar con alguien en caso de necesidad, un 10 % declaraban no sentirse apoyados y un 8 % admitían no tener ningún amigo próximo.
La OCDE indica que aunque los gobiernos ya estaban preocupados por el fenómeno de la soledad antes de la crisis de la covid, la pandemia ha marcado una inflexión y el Reino Unido y Japón incluso se han dotado de ministerios específicamente dedicados a ese problema, mientras Alemania, Dinamarca, España, Finlandia, Países Bajos y Suecia han puesto en marcha estrategias nacionales.
Recuerda que los vínculos sociales, más allá de su valor intrínseco, tienen un papel "esencial" para la salud, el bienestar financiero, el empleo, la educación o la implicación cívica, y que la soledad implica peores resultados en el empleo, riesgo de paro o de abandono escolar, y puede influir en el comportamiento electoral.
A ese respecto, la organización hace notar que las encuestas europeas muestran que entre los parados el porcentaje de los que se habían sentido solos en las cuatro semanas precedentes eran el doble que en la población general (12 %, frente al 6 %).
La razón es que perder el trabajo puede significar menos interacciones sociales y una pérdida sentido de pertenencia con la comunidad.
Igualmente, entre las personas que estaban entre el 20 % con menores ingresos el porcentaje de las que decían no tener a nadie con quien contar en caso de necesidad supera ampliamente el de toda la población (14 % frente al 10 %).
Los autores del estudio lo relacionan con el hecho de que disponen de menos recursos para actividades de ocio y con que como las personas pobres tienen una peor salud, eso influye en sus relaciones sociales.