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Del pizarrón al porvenir

Opinión

Cómo imaginar la educación mexicana para que el conocimiento vuelva a ser una herramienta de progreso.

La educación mexicana atraviesa una encrucijada

A pesar de que el país destina cerca del 5.2% de su Producto Interno Bruto a este rubro —según datos de la OCDE (2024)—, los resultados siguen siendo desalentadores. La deserción escolar se mantiene como uno de los principales desafíos: en nivel medio superior, casi 3 de cada 10 jóvenes abandonan sus estudios antes de concluirlos, de acuerdo con la SEP. La razón es tan preocupante como reveladora: la falta de expectativas reales para encontrar un empleo digno y bien remunerado después de egresar.

El fenómeno tiene raíces profundas

Por un lado, la brecha entre la educación y el mercado laboral se ha ampliado; por otro, la tecnología y la automatización están transformando los perfiles profesionales a una velocidad que los sistemas educativos no alcanzan. En México, sólo el 18% de los estudiantes universitarios cursa carreras relacionadas con la ciencia, tecnología o innovación, mientras que en países como Finlandia o Corea del Sur, el promedio supera el 40%, según la UNESCO.

El problema no es sólo estructural, sino cultural. Hoy, la economía informal ofrece ingresos inmediatos que muchas veces superan el salario de profesionistas recién egresados. En San Luis Potosí, por ejemplo, la tasa de informalidad laboral ronda el 52%, lo que refleja un panorama donde la educación formal ha dejado de ser sinónimo de movilidad social.

El dato Jurídico
El dato jurídico es claro: el artículo 3° constitucional establece que toda persona tiene derecho a una educación de calidad, con equidad y pertinencia, que contribuya al desarrollo integral del ser humano. Sin embargo, el cumplimiento de ese mandato requiere más que leyes: exige un rediseño profundo del modelo educativo que vincule la escuela con la productividad, la ciencia y la innovación.

Los ejemplos internacionales muestran que sí es posible. Chile y Uruguay han logrado reducir la deserción en un 20% al vincular la educación técnica con el sector privado; Finlandia ha convertido la formación docente en una profesión de élite, y Canadá ha hecho de la educación continua una obligación laboral. En México, esas estrategias son replicables, siempre que se construya una visión de largo plazo que trascienda gobiernos y partidos.

Si se puede
El reto es enorme, pero la oportunidad también. San Luis Potosí cuenta con universidades, centros tecnológicos y una comunidad docente comprometida que pueden ser punta de lanza para un nuevo modelo educativo regional, enfocado en la innovación, el emprendimiento y el aprendizaje práctico.

Imaginar la educación no significa gastar más, sino invertir mejor: orientar la enseñanza hacia lo que el país realmente necesita. De lo contrario, seguiremos educando generaciones que saben mucho, pero no encuentran dónde aplicar lo aprendido.

Para observar en la semana

Las intensas lluvias registradas en varios estados del país han dejado afectaciones significativas. Desde aquí, un mensaje de solidaridad a las familias que enfrentan pérdidas materiales y humanas. Es justo reconocer la labor inmediata y comprometida de las autoridades de protección civil, en especial las de San Luis Potosí, que han actuado con prontitud en la zona Media y Huasteca para salvaguardar vidas y atender a los damnificados.

Una vez más, la protección civil demuestra ser un tema crucial y permanente en la agenda pública.
Al mismo tiempo, los foros educativos nacionales comienzan a discutir la nueva política de reestructuración del sistema educativo mexicano, que podría definir los próximos diez años del sector. Dos agendas distintas —educación y prevención—, pero un mismo objetivo: construir un país más preparado y solidario.

Nos vemos pronto
 

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