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Alcohol desvirtúa la Fe, párroco pide respeto en festejos patronales

El daño social y comunitario que provocan es innegable

San Luis Potosí, SLP.- La parroquia del Olivar de las Ánimas, en Matehuala, lanzó un recordatorio firme a la comunidad, las fiestas patronales son actos de devoción y no deben convertirse en pretexto para la ingesta de alcohol. El párroco Antonio Ruiz Domínguez fue tajante, “Las celebraciones deben ser familiares, de fe y de unidad; pero cuando entra el trago, llegan también las riñas y el descontrol”.

El sacerdote reconoció que en distintos momentos, incluso recientes, las festividades han terminado envueltas en peleas entre asistentes —hombres y mujeres— cuyo común denominador ha sido el consumo de bebidas embriagantes. Aunque la Iglesia insiste en deslindarse de la responsabilidad directa por esos incidentes, advierte que el daño social y comunitario que provocan es innegable.

Las fiestas patronales tienen como propósito agradecer al santo patrón y fortalecer la identidad comunitaria. Sin embargo, cuando el alcohol se infiltra, el sentido religioso se ve opacado.

“Muchas veces los feligreses ya no acuden por la fe, sino por la juerga. La música y la convivencia se distorsionan, y lo que debía ser un acto de respeto se convierte en un espacio de pleitos”, comentó Ruiz Domínguez.

Los comités parroquiales organizan la parte litúrgica y cultural —procesiones, misas, música—, pero no siempre tienen control sobre lo que llevan los asistentes. Aunque la venta de alcohol suele estar prohibida dentro de los recintos, es común que algunos lo introduzcan clandestinamente, generando un ambiente riesgoso.

La parroquia propuso que no basta con hacer llamados de cortesía, se requieren compromisos concretos. Entre ellos, que los comités parroquiales fijen reglas claras de acceso, que exista coordinación con las autoridades municipales para evitar la venta clandestina, que se refuerce la conciencia colectiva de los fieles y que se apliquen sanciones en caso de agresiones.

En el mismo sentido, el vocero del Arzobispado de San Luis Potosí, Tomás Cruz Perales, ha insistido públicamente en preservar el carácter religioso de los festejos y no tolerar excesos.

En México, las fiestas patronales suelen mezclar tradición religiosa con dinámicas sociales que fácilmente derivan en consumo desmedido de alcohol. En Matehuala, por ejemplo, la fiesta del Señor de Matehuala —del 28 de diciembre al 6 de enero— congrega a miles de personas, lo que aumenta la posibilidad de incidentes.

El llamado de la Iglesia local se convierte así en un aviso preventivo, si la comunidad no asume la responsabilidad de proteger la esencia de las festividades, lo que debería ser un acto de fe puede transformarse en escenario de violencia y ruptura social.

“No se trata de prohibir la alegría —concluye Ruiz Domínguez—, sino de preservar el respeto”.

El mensaje es claro, la fiesta patronal debe seguir siendo un símbolo de fe, unidad y tradición, no un espacio donde la devoción se diluya entre riñas y copas vacías.
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