Se estima que el costo de la deuda va a cerrar en 3.8 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) este año, mientras para 2026 se prevé que alcance el equivalente a 4.1 por ciento del PIB al registrar 1.57 billones de pesos
Casi una quinta parte de cada peso que ingrese a las arcas del Gobierno el próximo año se destinará únicamente a cubrir el pago de intereses y servicio de la deuda pública, la proporción más alta desde 1996, lo que reduce los recursos disponibles para sectores económicos estratégicos y áreas clave del desarrollo de la población, advirtieron especialistas.
Se estima que el costo de la deuda va a cerrar en 3.8 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) este año, mientras para 2026 se prevé que alcance el equivalente a 4.1 por ciento del PIB al registrar 1.57 billones de pesos, el mayor monto destinado a este compromiso desde 1991.
"En contraste, la inversión física se reduce y representará apenas 2.5 por ciento del PIB, con una trayectoria descendente hacia 2031", destacó Paulina Castaño, investigadora de Justicia Fiscal de Fundar.
Jorge Cano, coordinador del Programa de Gasto Público en el centro de análisis México Evalúa, indicó que esto se ve reflejado en recortes o estancamiento en infraestructura, salud, educación, seguridad, entre otros.
"Esto significa que de cada 100 pesos de ingresos, 18 pesos van a ser para pagar el costo financiero. Se está restando muchísima capacidad de gasto por este crecimiento del costo financiero.
"En temas específicos, afecta al tema de mejores carreteras, el desarrollo de puertos, aeropuertos, infraestructura hidráulica, eléctrica, etcétera", expuso Cano.
José Luis Clavellina, analista del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), subrayó que el servicio de la deuda es un gasto ineludible.
"También hay que ver el acumulado de la deuda pública, que está como en 52.3 por ciento del PIB hacia futuro, o sea, es una deuda mayor", dijo el director de Investigación del CIEP.
Carlos Ramírez, socio de la consultora Integralia, remarcó que si bien una parte de la deuda y su costo asociado es una herencia de antaño, el crecimiento en los últimos años ha sido exponencial.
"Tenemos un Presupuesto desfigurado. No es que en el pasado estuviera todo bien y que el Presupuesto fuera suficiente, pero a partir de 2018 el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador redirigió los recursos a sus tres grandes obsesiones: las pensiones, Pemex y las transferencias directas, y todo lo demás pasó a un segundo plano.
"A esos tres factores se sumó un manejo cuestionable de la deuda, también con una combinación de tasas de interés más altas en México y en el mundo, pero el Gobierno no previó esas tasas más altas y el resultado es que hoy está teniendo que pagar un servicio de la deuda altísimo", expresó.