Opinión
Entre cifras ambiciosas y realidades incómodas, Claudia Sheinbaum y Rosa Icela Rodríguez enfrentan el reto de convertir promesas en resultados.
Septiembre siempre es un mes de símbolos para México. Este año, además del Grito y los desfiles, se sumó un arranque político y económico que marcará el sexenio. Por un lado, el primer informe de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo; por el otro, la comparecencia de la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez. Dos mujeres, dos estilos, pero un mismo engranaje: la conducción política y la operación diaria del poder. El “dúo dinámico”, como algunos ya las llaman.
Y como si no fuera suficiente, llegó el debut del primer paquete económico 2026. No es cualquier documento: es la primera piedra del proyecto “México Avanza”, el plan que pretende guiar al país rumbo al 2030. En él se trazan los criterios macroeconómicos que, al menos en papel, prometen crecimiento, estabilidad y justicia social.
El gobierno proyecta un crecimiento entre 1.5% y 2.5%, una recaudación récord del 15.1% del PIB —gracias a mayor fiscalización y digitalización— y un gasto público superior a los 10 billones de pesos, con prioridades claras: bienestar, salud, educación e infraestructura. Ahí están la expansión ferroviaria y, cómo no, el rescate eterno de Pemex y la CFE.
Los números son ambiciosos. Se busca reducir el déficit fiscal a 4.1% del PIB, intensificar la lucha contra la evasión y el contrabando, y aplicar nuevos gravámenes: más impuestos a bebidas azucaradas, tabacos, nicotina y apuestas. Una estrategia que, en teoría, golpea al consumo nocivo pero que en la práctica sigue poniendo el peso en el bolsillo del ciudadano.
El gasto, en cambio, se vende como inversión en futuro. Aumentan los programas sociales, la salud crece casi 10%, la educación recibe un billón de pesos y la inversión pública se expande con fuerza. Todo parece indicar que el gobierno apuesta a gastar más, pero también a recaudar más, y rápido.
La otra cara de la moneda: el endeudamiento. Se autorizará un neto de 1.78 billones de pesos y se exigirá a las plataformas digitales abrir su información en tiempo real al fisco. La digitalización ya no es opción, es imposición.
En el papel, el paquete económico luce ordenado, responsable y con prioridades sociales. Pero el desafío no es menor: recaudar como nunca sin asfixiar al contribuyente, sostener a Pemex sin que sea un barril sin fondo, y cumplir la promesa de bienestar sin hipotecar el futuro.
Claudia Sheinbaum y Rosa Icela Rodríguez han demostrado que saben trabajar en tándem. Una conduce, la otra opera, y juntas marcan un estilo distinto al que estábamos acostumbrados. La pregunta es si esa mancuerna logrará transformar los números en resultados tangibles.
El “dúo dinámico” ya puso sobre la mesa su primera gran prueba. Ahora falta ver si, al meter la mano al bolsillo, el mexicano encontrará billetes… o solo el roce de sus propios dedos.