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Lágrimas

Se acurrucan agolpadas entre susurros del profundo inconsciente, esperando a salir con sus alas saladas de mar. Se acumulan en cada despedida, incomprensión, impotencia. A veces, se sienten en la garganta, como si muchas manos apretaran el cuello, sosteniendo un maremoto. Otras, se acomodan atrás de los ojos y arden. A veces, hay que jalar del hilo que las sostiene, un ovillo de palabras, que tejidas unas con otras nos llevan por el laberinto de la psiquis, cuando hablamos de nuestro dolor y entonces, llegamos al centro, en donde habitan los personajes que tocaron los recovecos más profundos de nuestra Alma y que nos sacudieron con su partida, con su sombra, con su luz o con su locura. Y cuando hablamos, cuando conversamos sobre aquello que ni siquiera habíamos dado cuenta del temblor que nos provoca por dentro, muy, muy dentro y tocamos ese punto, esa figura, esa escena, ese tema, las lágrimas por fin, pueden atravesar el portal y salir del encierro y del olor a añejo. Pero a veces, no las dejamos. En ocasiones, es porque nos han dicho que el género masculino no debe expresar con el llanto, que llorar en público es de mal gusto, nos vuelve vulnerables, es vergonzoso o simplemente nos asusta sentir ese dolor profundo y permitirle a nuestras bellas, armoniosas, medicinales y necesarias lágrimas que nos purifiquen el Alma, ¡por fin! ¿Te has permitido observar la belleza que existe en el llanto sincero?  A veces es un canto. Con el sonido, parece que toda la energía lumínica tiembla y hay un reacomodo, una calma casi indescriptible cuando se acaba la melodía del llorar. ¿Cuándo fue la última vez que lloraste? ¿Te permitiste hacerlo con total y absoluta libertad y expansión? Llorar por alguien, no acosta de alguien, sino que, por alguien, es poesía, es una oda, una honra. Amado(a), familiar, amigo(a), te acompaño en tu dolor. No estoy sintiendo la desesperación, el dolor físico, el duelo que tú, pero te ayudo a soltar y a liberar con mis lágrimas. Lloro por tu dolor y camino contigo a soltar la angustia. Cuando las lágrimas resbalan por la piel y comienzan a llover sobre el suelo o la ropa, el Alma se vuelve un poco más ligera y después vienen los suspiros. Las lágrimas limpiaron con agua salada los lodos del dolor y posteriormente el aire, permite que entre una nueva luz. El llanto del enojo, el gruñido. El llanto de tristeza, el lamento. El llanto de alegría, las risas. El llanto de miedo la sinfonía de respiros y tormentas. El llanto y las lágrimas. ¿Te has fijado que cada llanto es distinto? Que es único y que podría parecer una sinfonía. Tiene áreas lentas, silencios, de pronto notas elevadísimas y sabes más o menos cuando está llegando a su clímax y su final. ¿Cómo perderse de algo tan natural y bello al mismo tiempo? ¿Cómo dejar de estar conectados a la función imprescindible y poética que nos hace ser naturaleza? Las lágrimas, esas que a veces permanecen como una ligera humedad adentro de los ojos pero que reprimidas, como magia, se secan, pero entonces, el río se vuelve hacia adentro y nos descomponemos. ¿Cuántas enfermedades se habrán manifestado como forma de denuncia, porque el cuerpo llora y se expresa de otras formas cuando nos ignoramos? Si colocas tus dos manos sobre tu pecho, respiras profundo y le preguntas a tu corazón, algo tan simple como; ¿Cómo estás hoy? Tal vez tengas suerte y llores. Tal vez tu llanto sea lento, casi imperceptible o tengas la oportunidad de limpiar, de purificar y soltar años de peso y represión. Es de valientes llorar. Es de fuertes expresar. Es de sabios permitirse la belleza del desahogo. Sobre todo, cuando lo hacemos con Conciencia. Cuando sabemos escucharnos y nadamos en las profundidades, para abrir las compuertas de heridas añejas y temas pendientes. El llanto del perdón es uno de los más sublimes. ¿Has visto a alguna persona llorar de comprensión? “Ahora te entiendo” “Veo tu dolor” “Te comprendo y te perdono” “Perdóname, me equivoqué” Después un abrazo. A veces sin palabras, a veces solo con una mirada, en ocasiones en momentos de pena. Allí es cuando las lágrimas derriten el rencor, los resentimientos y la máscara del ego se cae, para mostrarnos la fraternidad y el amor verdaderos. Bendice tus lágrimas, son valiosas, son sinceras, limpian tu existencia.  Veo tu dolor, celebro tu alegría. ¿Nos acompañamos a expresarnos sin juicio y con presencia? ¿Te atreves a acompañar a alguien más en su llanto? ¿Te permites llorar como si fuera un rezo o una meditación? Tu llanto es sagrado y tus lágrimas belleza, pureza, luz. Que siempre sea el amor más puro y lumínico el que te envuelva, cuando permites que tus lágrimas rieguen el jardín de tu existencia, siempre para bien, siempre para sanar, siempre para conectar, para brillar, para que seas bendecido(a) como el Alma bella que tú eres. 
Gracias por caminar juntos.
Tu terapeuta.
Claudia Guadalupe Martínez Jasso.
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