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Tensión al estilo de los 'Juegos del Hambre'

Stephen King hace honor a su apellido: es el rey del terror moderno y sus obras

Cuando usted, en alguna publicidad cinematográfica, lee la palabra "King", se imagina: a) El Rey Carlos de Inglaterra b) Elvis Presley c) Stephen King. Si eligió la última opción, está en lo correcto. Stephen King hace honor a su apellido: es el rey del terror moderno y sus obras, son objeto de infinidad de adaptaciones cinematográficas.

Hoy llega la más reciente de ellas: Camina o Muere. 

Una nueva Gran Depresión azota a Estados Unidos. Como distractor, el gobierno militar ha organizado una caminata de jóvenes que se transmitirá en tiempo real y cuyo ganador cobrará un jugoso premio. ¿El problema? No hay descanso, límite de distancia ni de tiempo. Ganará sólo uno: el que quede vivo.

Un descarnado show de realidad con la muerte como espectáculo, nos remite a otra saga dirigida por Lawrence: Los Juegos del Hambre. 

Aquí los parajes melancólicos, áridos y vacíos que atraviesan los caminantes, se parecen a los distritos de Panem. Aquí también, la gente va vestida de forma sencilla y rural, con colores opacos: grises, marrones, zapatos desgastados. 

Igualmente, hay un Estado fascista y autoritario. Un mayor del ejército, espeluznantemente interpretado por Mark Hamill, lanza arengas sobre un mejor futuro a través del sacrificio de estos jóvenes, escoltados por artillería y tanques.

Toda esta narrativa visual logra comunicar, la sensación de opresión y desesperanza de los marchantes forzados. El guion no se aparta de los momentos más desagradables, desde los escatológicos hasta los fatales.

Pero ahí el quid: ¿Qué tan interesante puede ser la historia, más allá de hacer apuestas sobre el vencedor? ¿No es repetitivo o predecible? Hay una doble dimensión: la caminata como acto de reflexión y conexión, aderezada de interminable tortura. Esa dicotomía aporta carnita al filme.

Sin duda, una buena adaptación de King. Un relato sencillo, pero vigente, de tensión sin fin.

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